Revista Nº 9. 2015/16 | Page 64

Por la tarde tocó relajarse y disfrutar con los juegos que había en el amplio jardín del albergue, y es que había camas elásticas, mesas de pin-pong, juegos de pelota... todo para pasar unas horas de lo más entretenidas. Después de cenar, hubo fiesta en la "discocuadra" del albergue. Sabemos que suena un poco raro pero es que lo llamamos así porque el salón era antiguamente una cuadra aunque, afortunadamente, poco conserva de aquello ahora. Bailamos, reímos y nos lo pasamos genial. Tras el descanso necesario, después de unos días intensos afrontamos nuestra última jornada, pero llena de actividades y es que esta vez fue el turno de la multiaventura. Nos dividimos por grupos para realizar paseos a caballo, escalada en el rocódromo, bajadas por tirolina, subidas por una escalerilla metálica a la que llaman "vía ferrata" y hasta tuvimos que pasar por un "puente tibetano" que no es más ni menos que dos cuerdas en paraleo una arriba y otra abajo en por las que teníamos que pasar y que cruzaban un pequeño riachuelo. Puede ser que al principio, buena parte de estas actividades nos dieran algo de "respeto" pero ahí estaban los monitores para ayudarnos en todo y quitarnos cualquier miedo que pudiéramos tener... tanto es así que muchos de nosotros repetimos actividades.