Por la tarde tocó relajarse y disfrutar con los juegos que había en el amplio
jardín del albergue, y es que había camas elásticas, mesas de pin-pong, juegos de
pelota... todo para pasar unas horas de lo más entretenidas.
Después de cenar, hubo fiesta en la "discocuadra" del albergue. Sabemos que
suena un poco raro pero es que lo llamamos así porque el salón era antiguamente
una cuadra aunque, afortunadamente, poco conserva de aquello ahora. Bailamos,
reímos y nos lo pasamos genial.
Tras el descanso necesario, después de unos días intensos afrontamos
nuestra última jornada, pero llena de actividades y es que esta vez fue el turno de
la multiaventura. Nos dividimos por grupos para realizar paseos a caballo, escalada
en el rocódromo, bajadas por tirolina, subidas por una escalerilla metálica a la que
llaman "vía ferrata" y hasta tuvimos que pasar por un "puente tibetano" que no es
más ni menos que dos cuerdas en paraleo una arriba y otra abajo en por las que
teníamos que pasar y que cruzaban un pequeño riachuelo. Puede ser que al
principio, buena parte de estas actividades nos dieran algo de "respeto" pero ahí
estaban los monitores para ayudarnos en todo y quitarnos cualquier miedo que
pudiéramos tener... tanto es así que muchos de nosotros repetimos actividades.