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Deporte
Locales ganadores. En la historia de los
Gemelos con la pelota. Japón y Corea del Sur se unieron para organizar
mundiales de fútbol, solamente seis países anfitriones
pudieron levantar la Copa FIFA. La primera vez fue en
1930, cuando Uruguay, jugando de local, venció en la
final a Argentina por 4 a 2. Los demás países fueron
Italia en 1934, Inglaterra en 1966, Alemania en 1974,
Argentina en 1978 y Francia en 1998.
el Mundial del 2002. Fue la primera vez que la sede recaía en Asia, luego de
que México quedara en el camino. Nipones y surcoreanos aportaron diez
estadios recién construidos y una infraestructura inigualable. El partido
inaugural se realizó en Seúl, mientras que la final se jugó en Yokohama,
Japón. Brasil campeonó al vencer a Alemania por 2 a 0.
¿Cuándo iremos a un Mundial? Hablan periodistas y exfutbolistas
Joyas y
recuerdos.
A la izquierda, el
álbum Panini de
España 82, con los
integrantes de la
selección peruana.
¡Qué tiempos!
Aparecen Ramón
Quiroga, Teófilo
Cubillas, César
Cueto y otros. A
la derecha, un
pasaje del nefasto
partido contra
Polonia, jugado en
ese mundial, que
perdimos por 5 a 1.
Reflexiones
fuera del álbum
Pies de barro. ¿Cuatro fantásticos? Ahora nadie asume la paternidad
de esa maléfica etiqueta, que fue objeto de burlas en el continente. En
las clasificatorias para Brasil 2014, en la goleada que Chile le propinó
a la blanquirroja en Santiago por 4 a 2, la prensa mapocha no tardó en
resaltar los “cuatro fantásticos goles” encajados por Raúl (Supermán,
para variar) Fernández.
Se juega el mundial de Brasil 2014 y millones de hinchas lo disfrutan. Aquí la emoción
más fuerte pasa por llenar el álbum de figuritas o por rogar a Dios que nadie más se
lesione. Mala gestión, baja autoestima de los futbolistas y prensa mediocre son las
conclusiones del Intermedio denominado Más de tres décadas viendo el mundial por
televisión, realizado por la Especialidad de Periodismo de la Universidad de Lima.
Escribe Verónica Ríos
N
o sé por qué me
s or pr end ió l a
masiva convocatoria. Jóvenes –la
mayor ía hombres– con mochilas y ojos brillantes saturaban los pasadizos de
entrada a la Ventana Indiscreta.
Subí a la mezanine para encontrar
un lugar vacío. Pude sentarme,
alistar la grabadora y ver la llegada
de los