Revista Miradas 1 | Page 7

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Como resultado, las niñas y mujeres sufren infecciones, dolorosas cicatrizaciones, discapacidades a largo plazo y en algunos casos la muerte.

e cubrieron su rostro y la acostaron.

Agnes no desea que ninguna niña experimente lo que le sucedió después.

"Ellos agarraron mis piernas y brazos", dijo ella. "Ellos me extirparon. Me salía sangre".

Sus genitales habían sido mutilados.

Agnes, quien ahora tiene 14 años, fue sometida al procedimiento en Costa de Marfil. Pero la práctica no está limitada únicamente a ese país.

Por lo menos 200 millones de mujeres y niñas en 30 países ahora viven con mutilación genital femenina, de acuerdo con un nuevo informe de UNICEF.

Según el informe, 70 millones más de víctimas han sido sometidas a la "violenta práctica", en comparación con la cifra prevista.

Aún se desconoce el número exacto.

"En cada caso se violan los derechos de las niñas y mujeres", dice la subdirectora ejecutiva de UNICEF, Geeta Rao Gupta.

Aunque la mutilación de los genitales femeninos se lleva a cabo en muchos países, el informe dice que más de la mitad de quienes han sido sometidas a la misma viven solo en tres países: Indonesia, Egipto y Etiopía.

En gran parte de esos países, la mayoría de las niñas sometidas a la práctica son menores de 5 años.

Aunque la mutilación genital femenina es ilegal en muchos países, muchas comunidades la consideran como parte de sus tradiciones culturales y continúan practicándola.

L

n los últimos años ha habido un descenso en las tasas en varios países. Pero UNICEF dijo que la práctica sigue siendo una "preocupación a nivel mundial". Advirtió que el progreso no es suficiente para seguir el ritmo del crecimiento de la población y el número de casos podría aumentar aún más en los próximos 15 años.

UNICEF espera que con el apoyo de los gobiernos, de las comunidades y de los líderes religiosos, la práctica sea abandonada para el 2030.

Por Radina Gigova, CNN

E

MIRADAS

El trauma psicológico es inmenso.

"Aún siento ese miedo dentro de mí, por esto tenía miedo de los hombres, de los chicos. No sabía si todo lo que hacías allí abajo era doloroso. Hasta hoy, eso sigue en mi cabeza", dijo Kiouala Kone, de 51 años de edad, quien se convirtió en activista comunitaria tras ser sometida a la mutilación genital.