Revista Mexiconoce REVISTA MEXICONOCE METEPEC | Page 10
LA LEYENDA
La hermosa Chalchiutlicue, diosa de las aguas
del valle, tenía nueve hijas conocidas como Chig-
nahuapan “Las nueve aguas”; cada una de ellas
tenía una belleza incomparable, de cabellera ne-
gra y sedosa, con cuerpo esbelto y extrañamente
admirado por tener cola de serpiente negra.
Cada comunidad de pescadores veneraba a una
de sus hijas y les daban ofrendas a las orillas
de las ciénagas a cambio de esperar una pesca
abundante, ya que dependían casi por completo
de las aguas para su sustento.
Las Atlanchanes, como se les llama-
ba individualmente, eran bonda-
dosas con los pescadores y de
vez en cuando se hacían visi-
bles a los ojos de los hom-
bres para hacer brotar de
sus axilas peces blancos,
ajolotes, ranas, carpas y
acociles. Los pescadores
recibían el obsequio con
muestras de gratitud y al
mismo tiempo de des-
consuelo, porque uno
de ellos debía sacrificar-
se e irse con la hija de la
diosa para casarse con
ella, de otro modo, la
Atlanchane los conde-
naba a que sus redes
no volvieran a atrapar
algo.
De este modo, los descendientes de esos pes-
cadores optaron por nombrarlas “tlanchana” o
“clanchana” y otros más las llamaban “sirenas”.
Transcurrió el tiempo y “las nueve aguas” dejaron
de ser hermanas abundantes e incluso perdieron
la comunicación entre ellas. Cada Atlanchane,
cautiva y solitaria, empezó a morir y a disolverse
con el polvo del pasar de los años.
Un día, un alfarero del “cerro
de los magueyes” o Mete-
pec, como lo conocemos
ahora, caminaba por la
ciénaga de San Gaspar
durante el crepúsculo y
ahí vio posada a la úl-
tima de las hijas, suje-
tando su negro cabello
trenzado. Embelesado
por su belleza, decidió
entablar conversación con
ella y día tras días, él la vi-
sitó en el mismo lugar.
Ambos estaban enamora-
dos, pero cuando la Atlan-
chane le pidió que fuera
con ella al centro del lago
para casarse, el alfarero
dudó y, a pesar de la in-
sistencia, la mujer optó
por desaparecer. El hom-
bre nunca la volvió a ver.
Afligido, el alfarero re-
Un día, de tie-
cogió arcilla fangosa de
eb
ay
s M
rras
lejanas
la ciénaga y con ella for-
a le
n
a
rtes
es A
llegaron hom-
mó una figura que
Juguet
bres que por-
representaba a la
taban cruces y
Atlanchane, y así,
espadas para
como un recuerdo
dominar el va-
de su amor, prosi-
lle; ellos escu-
guió hasta su muer-
charon acerca de la diosa y de sus hijas de la boca te elaborando representaciones de aquella criatu-
de los lugareños. Aterrados, intentaron influir en ra. Pasaron los años y las lagunas se secaron por
la mente de los pescadores para convencerlos de completo, pero la costumbre de hacer figuras de
que aquella criatura era un ser de la oscuridad, la hija de la diosa continuó por descendientes del
sin embargo no lo lograron y se contentaron con alfarero hasta llegar a nuestros tiempos, dónde
hacer que en lugar de una cola de serpiente, los varios artistas habrían hecho su propia interpreta-
ción de la mujer mitad serpiente.
pescadores vieran una cola de pez.
TLANCHANA
Sí deseas conocer como es la Tlanchana y escuchar más de la magia de Metepec, date una
vuelta y disfruta del pueblo, pues la hija de la diosa sigue viva en el corazón de su gente