Revista MayoresUDP Nº270 Junio 2019 | Page 17

EL PAPEL DE LA MUJER 17 MARIQUETA VÁZQUEZ Presidenta de la Asociación de Mujeres por un Envejecimiento Saludable (AMES) ¿Desde cuándo es presidenta de AMES? Desde hace 9 años. ¿Por qué decidió presentarse a este cargo? En realidad, soy una de las fundadoras de AMES. Procedo del movimiento asociativo en todo lo que concierne al mundo de la mujer. Junto con otras mujeres también comprometidas, nos dimos cuenta de que nosotras no solo vivimos más años, sino que también envejecemos de forma diferente, con unas necesidades específicas. Tal vez con los años y las nuevas generaciones, todo esté más equilibrado, pero en la generación actual de mayores —de 70 años y más— las desigualdades son muy visibles. Hay una brecha de género clara en el tema de las pensiones, por ejemplo. Durante la dictadura, a las mujeres se nos vetó el mercado laboral: seguíamos trabajando igual, tanto dentro como fuera de casa (en los negocios familiares, en el campo…), pero no cotizábamos en la Seguridad Social, por lo que no pudimos acceder a una pensión. Nos dimos cuenta de esa desigualdad por el hecho de ser mujeres. También vimos que las mujeres, en muchos casos, envejecen en soledad, por lo que te comentaba de la mayor esperanza de vida con respecto a los hombres. Nuestra generación, además, ha visto cómo la mujer se ha incorporado plenamente a la vida laboral, política, económica, social, cultural, etc., pero no hemos podido disfrutar de ese logro, por lo que las mujeres mayores no hemos figurado en la agenda feminista. Luego está el tema del cuidado: dónde vamos a vivir, con quién, cómo… Las mujeres vivimos más, pero con más dependencia. Entonces nos dimos cuenta de todas estas necesidades y decidimos fundar AMES. ¿Cuál cree que es la barrera por la que hay tan pocas mujeres en la presidencia de las asociaciones de mayores? Creo que, en los próximos años, habrá muchas más mujeres en la presidencia de asociaciones de mayores, pero en mi generación las mujeres nos hemos situado en una segunda línea, tal vez por una cuestión cultural. La realidad cuando visitamos centros de mayores, sin embargo, es que hay muchas más mujeres activas que hombres; participamos y organizamos muchas más cosas que ellos. Pero a nivel de presidencia y de representatividad, los hombres siguen copando la mayoría de los puestos. Soy optimista en este aspecto: lo mismo que está pasando poco a poco en otros ámbitos de la sociedad, como en la política, también acabará llegando a las asociaciones de mayores. ¿Qué papel tiene la mujer en el movimiento reivindicativo de los mayores? Ahora mismo, considero que tenemos un papel importante, pero que seguimos en una segunda fila. A las mujeres mayores de mi generación nos ha faltado tiempo. La sociedad no estaba preparada para dar respuesta a las necesidades que surgieron tras la incorporación en masa de la mujer al mundo laboral. No había guarderías ni escuelas infantiles y muchas mujeres mayores tuvieron que cuidar de sus nietos. En este sentido, somos una generación puente; tenemos a nuestro cargo hasta cuatro generaciones: la nuestra propia, la de nuestros padres, la de los hijos y la de los nietos. Ahora empieza a producirse ese punto de inflexión en el que las cosas parece que están cambiando, pero hasta el momento nuestro papel en el movimiento reivindicativo de los mayores se ha visto reducido por la dinámica que arrastrábamos.