06 PROTAGONISTA
“La gente mayor
está en la calle y
esa ha sido la gran
sorpresa y la gran
revolución”
política es el hombre; todavía nos queda.
Y los mayores estamos haciendo el mismo
recorrido: hemos pasado de ser silencio-
sos a reivindicar nuestros derechos. Y no
te digo nada si, como en mi caso, eres
mujer y mayor. Es un recorrido lento, pero
yo creo que lo estamos empezando a
ganar porque la gente mayor está en la
calle y eso era impensable. Esa ha sido la
gran revolución y la gran sorpresa.
¿Qué deben hacer los mayores para lo-
grar ese empoderamiento?
Seguir luchando y ganando visibilidad.
Y vamos a seguir luchando porque que-
remos blindar las pensiones; si no, las
pensiones se convierten en un objeto de
cambio en periodo electoral. Y quere-
mos que la política sea consciente de
que somos, entre mayores y personas con
discapacidad, más de diez millones de
personas. Y no podemos ser invisibles. El
mayor no puede vivir con esa incertidum-
bre de si va a cobrar mañana la pensión.
Tenemos que dejar blindadas las pen-
siones, para ahora y para el futuro. Y al
político se le olvida que los jóvenes, con
nuestros hijos y nuestros nietos, son lo que
más queremos en la vida.
Mayor, viejo, anciano, abuelo… ¿Cómo
de importante es el uso del lenguaje?
Bueno, uno es abuelo y abuela de sus
nietos, no del mundo mundial. La palabra
abuelo no se puede bastardear. Lo mis-
mo sucede con la palabra viejo. El árbol
que forma parte de logo de UDP es el
baobab, el árbol donde los viejos, una
palabra maravillosa, se sentaban a ins-
truir a los jóvenes, a transmitir su sabiduría
y experiencia. El problema es que aquí se
ha ido perdiendo ese respeto: vemos al
mayor, pero no le miramos, le oímos, pero
no le escuchamos.
Hablando de los abuelos, ¿abusamos los
hijos de los abuelos?
Sí y no. Muchas veces los abuelos no
ponemos límites. Y tenemos que poner lí-
mites para, precisamente, no pensar que
abusáis de nosotros. Las personas mayo-
res tienen vida propia y tienen derecho
a tener amigos, a ir al cine o al teatro,
a bailar, a quedar con gente, etc. Y eso
hay que decirlo. No solo es culpa de un
hijo que pide ayuda, también del mayor
que no lo verbaliza.
Has escrito el libro La rebelión de los ma-
yores. ¿Tan necesario es poner sobre la
mesa las preocupaciones de los mayo-
res?
Sí, era una necesidad sacarlo fuera.
En el libro hablas con mucha dureza de la
falta de atención al dependiente.
Es que es muy duro el trato institucional
que se da a los más vulnerables. Un país
también se mide por la calidad de los cui-
dados a la gente más necesitada y los
dependientes son los más necesitados.
Para empezar, las leyes deben ir acom-