Revista Los Nogales no. 5 - Septiembre 2015 | Page 68

Caminatas / Colegio Los Nogales trató de tomar aire porque sintió que se ahogaba, tosió y a su tos la siguió un vómito de sangre. ¡Las cosas ya no podrían ponerse peor! (Unas horas después, en el hotel, el médico nos explicó que no había sido un vómito de sangre, sino que Alejandra había forzado tanto la inhalación que se había reventado los vasos de la nariz y eso explicaba la profusión de sangre). Regresé con ella a toda prisa al hotel. El médico que Luisa había contactado aún estaba ahí. La diagnosticó y conclu- menos me creyeran que había estado allí alguna vez. Luisa ya les había informado a los padres de familia de la condición de sus hijos por lo que, como en las películas gringas, en la pista de El Dorado ya había una ambulancia esperando a Alejandra, y afuera, en las puertas de llegada, estaban los papás de Lina. La puse en manos de sus padres y cogí un taxi a mi casa. En el camino miraba a las montañas de Bogotá, lo único que conocería de Los Andes por un buen tiempo ◉ yó que padecía de costicondritis aguda, una condición pulmonar. Debía de usar oxígeno hasta llegar a Bogotá, pero había un problema: en los aviones no se puede llevar una bala de oxígeno. Así que los trayectos del Cusco a Lima y de Lima a Bogotá serían una carrera contra el tiempo, o más bien, contra la asfixia. En el aeropuerto del Cusco, Alejandra inhaló todo el oxígeno que pudo antes de abordar. Tan pronto descendimos en Lima, hizo lo propio. En el aeropuerto de Lima, me escapé del grupo unos segundos para comprar unos chocolates en el Duty Free; me aseguré de que )