EDITORIAL
Laicos, ministros ordenados y personas consagradas
formamos la Iglesia, Pueblo sacerdotal santo y
solidario. Así mismo, las Obras de la Cruz y la
Familia de la Cruz están integradas por fieles de las
tres categorías.
Por el bautismo, nos incorporamos a Jesucristo y
participamos de su «función sacerdotal, profética
y real» (LG 31).
Los laicos –que son la inmensa mayoría de los
cristianos– viven en el mundo, «es decir, en todas
y a cada una de las actividades y profesiones, así
como en las condiciones ordinarias de la vida
familiar y social con las que su existencia está como
entretejida» (LG 31).
«El Señor desea dilatar su Reino también por
mediación de los fieles laicos» (LG 36). Realizan
su misión en el mundo, de modo que, «con su
testimonio y su actividad, contribuyan a la trans-
formación de las realidades y la creación de
estructuras justas según los criterios del Evangelio.
[…] Tienen el deber de hacer creíble la fe que
profesan, mostrando autenticidad y coherencia en
su conducta» (DA 210).
«Los laicos, como adoradores en todo lugar y
obrando santamente, consagran el mundo mismo a
Dios» (LG 34).
Fernando Torre, MSpS
Director
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