constituyen una riqueza espiritual para la fe católica. Ella insistía en
que, en los ambientes sociales y familiares era necesario dejarse
contagiar por los ideales evangélicos, imitando a “Jesús Sacerdote
y Víctima”.
Mujer alegre y elegante, muy sensible y al mismo tiempo fuerte
de carácter, mística y comprometida, graba en su pecho el
monograma “JHS”, es decir: Jesús, Salvador de los hombres. Se
casó con Francisco Armida y tuvo nueve hijos. Siempre estuvo
acompañada en la vida espiritual, por el Venerable P. Félix de Jesús
Rougier, por Monseñor Ramón Ibarra y González, Primer Arzobispo
de Puebla, así como por Mons. Luis María Martínez, Obispo Auxiliar
de Morelia y Arzobispo Primado de México, principalmente.
A pesar de que vivió un tiempo social muy convulso, entre otras
cuestiones por la Revolución Mexicana y la Guerra Cristera, no
dejó de educar cristianamente a sus hijos, ni tampoco descuidó
su profunda vida espiritual y apostolados. Para ella, el sufrimiento
y las penas de la vida, eran una ocasión para fortalecer su unión
con Cristo, quien nos invita a transformar, con una mirada de fe, la
adversidad en oportunidad para amar más profundamente.
El Papa San Juan Pablo II la declaró Venerable en 1999, después
de haber revisado sus escritos e identificado las virtudes cristianas
en grado heroico. Invitamos a todos a dar gracias por este milagro
realizado en bien de la Iglesia y del mundo por intercesión de ella,
y pedimos que el Espíritu siga actuando a través de sus obras, y
suscite otro milagro para su futura canonización.
Los Obispos que conformamos la Conferencia del Episcopado
Mexicano, invitamos a todos a unirnos en acción de gracias por
este don, así como a redoblar nuestra fidelidad y generoso servicio
al mundo, en Jesucristo, Nuestro Salvador.
Ciudad de México, a 9 de junio del 2018.
+ José Francisco Cardenal Robles Ortega
Arzobispo de Guadalajara y
Presidente de la CEM.
+ Alfonso G. Miranda Guardiola
Obispo Auxiliar de Monterrey y
Secretario General de la CEM.