Editorial
Todos los cristianos somos sacerdotes: por el
bautismo participamos del sacerdocio de Jesucristo.
Debemos ser sacramentos vivos de Jesucristo
sacerdote, para que quien nos vea o nos escuche,
lo vea y lo escuche a él (cf. Lc 10,16).
Nuestra misión es colaborar con Jesucristo,
para que su salvación llegue «hasta los confines
de la tierra» (Hch 1,8). Con él y como él, somos
puentes entre Dios y la humanidad; esto exige
total pertenencia a Dios y solidaridad con todo lo
humano; esto implica cruz, pues hay que pagar en
carne propia el precio de la mediación.
Impulsados por el Espíritu Santo realizamos
nuestra misión sacerdotal: ofrecemos a Jesús al
Padre y nos ofrecemos juntamente con él (LG 11),
anunciamos el Evangelio, hacemos presente el
Reino y entregamos la vida por los demás.
Somos sacerdotes; de nosotros depende que la
salvación de Jesucristo llegue «a toda la creación»
(Mc 16,15); de nosotros depende que la alabanza
y la acción de gracias de todas las criaturas lleguen
a la Trinidad.
Fernando Torre, MSpS
Director
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