Quien es perdonado, acrecienta su amor; quien ama, puede perdonar con mayor facilidad.
porque nunca ha sido amada, no puede perdonar porque no tiene la base necesaria para hacerlo.
Si estoy atorado en el tema del perdón – ya sea en relación con Dios, ya sea en relación con los demás o en relación conmigo mismo –, lo primero que hay que hacer no es intentar perdonar como un acto de fuerza de voluntad, sino habrá que mirar la calidad de nuestro amor, desde donde brotará el perdón.
Para mirar la calidad de nuestro amor, el mismo evangelio de Lucas nos ilumina( cf. Lc 6, 33-35). El solo hecho de que exista amor en nosotros, ya es ganancia y nos permite hacer el bien a los demás. Pero es posible que nuestro amor sea interesado, ya que generalmente sólo hacemos el bien a quienes nos hacen el bien o tal vez hacemos el bien esperando ser recompensados. La calidad del amor es mucho mayor cuando se atreve a hacer el bien sin esperar recompensa, hacer el bien incluso a personas que nos han hecho el mal. Humanamente hablando eso es imposible; por ello hay que pedirle al Espíritu Santo que nos ayude( cf. Lc 11,13), nos ilumine y nos impulse a amar de esa manera.
13