sabría qué clase de mujer estaba haciendo eso; después Jesús le cuenta una parábola, la aplica a la situación presente y le hace ver que el agradecimiento de esa mujer es mucho mayor que el del mismo fariseo, y al final dice unas palabras que seguramente cayeron le mal, pero que sanaron profundamente a la mujer: «“ Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra”. Y le dijo a ella:“ Tus pecados quedan perdonados … Tu fe te ha salvado. Vete en paz”»( Lc 7,47-50).
Querido lector, te invito a entrar en esa escena del evangelio e imaginar el profundo alivio, liberación y agradecimiento que sintió esa mujer en ese momento con las palabras de Jesús. Seguramente esa mujer era rechazada por la sociedad, no se sentía merecedora del perdón de Dios. No le dijo ninguna palabra a Jesús, pero sus gestos decían más
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