E
l anterior llamado humanitario de realizar un Alto al Fuego Glo-
bal, hecho por el Papa y por el Secretario General de la ONU, lo
han desconocido Trump y la violenta élite colombiana; en cam-
bio han aprovechado para sacar ventajas militares y financieras
de las crisis sanitaria y económica agudizadas por el COVID-19.
Trump esta semana echó su flota de guerra contra Venezuela y el viernes
pasado desembarcó tropas desde helicópteros en los barrios de Cúcuta, a
pocos metros del venezolano Estado Táchira.
El tercer Gobierno de Uribe acatando a Trump, hace parte de este escala-
miento de las agresiones contra la nación hermana y cuando la comuni-
dad internacional pide Alto al Fuego, ellos acrecientan el plan de guerra
de los Estados Unidos.
Es bastante inhumano aprovecharse del sufrimiento de la gente para sa-
car ventaja propia, que es lo que hacen cuando las clases dominantes to-
man medidas para favorecer a los grandes capitalistas, mientras la gente
padece el Coronavirus sin recibir alivio.
Igual de peor es que desoigan el llamado al Alto al Fuego y respondan con
un recrudecimiento de la guerra y de la militarización de la sociedad, a
las que acuden para esconder la respuesta mediocre de los gobernantes
ante la Pandemia.
Congresistas y centenares de gentes colombianas acaban de expresar
que “una guerra para derrocar un Gobierno de la región, además de in-
fringir nuestra Constitución, resultaría un abuso, una ilegalidad y una
transgresión del Derecho Internacional”.
El régimen en vez de acuartelar sus militares y paramilitares, prosigue el
exterminio sin tregua de líderes sociales, opositores y ex combatientes;
continúa la erradicación forzada de cultivos de uso ilícito y las fumiga-
ciones con Glifosato, e incrementa los grandes operativos contra insur-
gentes en todas las regiones de Colombia.
Uribe y sus seguidores deben servir a la gente colombiana, en vez de ser
incondicionales a la plutocracia de Trump y escuchar la enseñanza del
Maestro Carlos Gaviria, quien decía: “yo no soy antiestadounidense. De-
bemos tener muy buenas relaciones. Pero eso es distinto a enajenar la
soberanía”.
EDITORIAL
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