E
n Colombia la libertad de expresión es un derecho funda-
mental; sin embargo, vivimos en una atmósfera de repre-
sión informativa, además de las dinámicas violentas, se han
configurado estrategias de censura que van desde la Ley de
Hierro de la pauta publicitaria que determinan los temas
que se deben informar hasta los intentos de prohibir un uso libre de
las Redes Sociales.
El Informe anual de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP),
‘Callar y fingir: la censura de siempre’; reporta que durante el 2019 in-
crementaron la persecución a los periodistas, con 199 amenazas, 66
casos de acoso judicial, 509 agresiones, 2 asesinados y 4 exiliados [1].
El periodismo narra la guerra
La Fundación Guillermo Cano y la FLIP entregaron a la Comisión de
la Verdad un Informe sobre la labor de los periodistas que han cubier-
to el Conflicto Armado desde 1977 hasta 2019, donde 167 periodistas
fueron asesinados, la mayoría de estos crimenes siguen en la impu-
nidad [2].
La estigmatización, la censura, las amenazas y los asesinatos han
convertido al periodismo en una profesión de alto riesgo, aún más
para quienes trabajan en las regiones y han dedicado su vida a narrar
cómo el conflicto armado afecta los territorios.
El Informe de la FLIP documenta casos, como el de una emisora co-
munitaria de Arauca que afirma que por su labor han tenido que en-
frentar presiones de las Fuerzas Armadas: “el año pasado un Capi-
tán de la Policía nos hizo un seguimiento con fotos, me imagino que
telefónica también, esto se debe a que damos información desde la
versión de las comunidades, no la de ellos” [3].
Hace poco se conoció la llamada Bodeguita Uribista, una red de tui-
teros que desde septiembre del 2019, con participación de miembros
del Gobierno, llevaban a cabo una operación de desprestigio, que con-
sistía en estigmatizar y tergiversar a quienes consideran enemigos
del ex Presidente Uribe, con lo que afectan a periodistas, medios al-
ternativos y opositores.
SOLUCION POLITICA
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