Para amedrentar han echado mano a los falsos positivos judiciales
contra activistas de la protesta, también, como fue evidente en días
pasados, han recurrido a su brazo siniestro: las Águilas Negras, para
amenazar a la dirigencia de las movilizaciones, mientras las distin-
tas expresiones paramilitares bajo la indiferencia y la complicidad
del Gobierno se ensañan en las regiones contra los líderes sociales.
Una fractura sería el peor escenario
A pesar de ese clima de represión, el movimiento sigue, mantiene su
dinámica y puede presionar nuevas situaciones en el país. Obviamen-
te para que ello se dé seguirá siendo decisiva la confluencia y la uni-
dad de las distintas organizaciones, fuerzas, tendencias y procesos
comprometidos. Una fractura en el momento lesionaría gravemente
y hasta podría frustrar este esperanzador despertar que hemos visto
desde el 21 de noviembre.
Es lógico que en una movilización tan diversa, de muchos sectores,
intereses, fuerzas y organizaciones, se presenten divergencias de
distinto calado. Pero es un reto, un imperativo del momento, lograr
ser con otros y ganar esa visión en la mayoría de las organizaciones,
lo que representaría un avance y un progreso frente a costumbres
negativas que se han dado en el pasado.
Pero ello implica un espíritu, una mentalidad, una disposición, una
metodología y sobre todo una coherencia entre lo que se dice y lo que
se hace. Sin ello quedarían como letra muerta, las sabias palabras
del padre Camilo Torres, a propósito del aniversario 54 de su muerte
en combate, el pasado 15 de febrero: “insistamos en lo que nos une y
prescindamos de lo que nos separa”.
La continuidad y fortalecimiento de la movilización, necesita de una
convocatoria unificada al nuevo Paro Nacional de las próximas se-
manas, de un plan de acción, una agenda común y de un mismo es-
pacio de referencia en el que confluya la diversidad de los procesos
que están en el movimiento.
SOLUCION POLITICA
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