E
ste año 2020, Oxfam y la ONU, emiten cada uno, Informes
que alertan sobre el incremento de la desigualdad global, la
que evidencia estar fuera de control.
En el marco de dicha desigualdad es notoria la captura de la
democracia por parte de algunos Gobiernos y élites políti-
co-económicas que hacen todo para mantener y ampliar las brechas
existentes, donde países como Colombia ocupan los primeros luga-
res entre los más desiguales.
En el pasado mes de enero las noticias dieron cuenta una vez más de
territorios golpeados por la retoma paramilitar, también de 29 líderes
y 5 excombatientes asesinados en sólo un mes. La revista Semana
sacó a luz nuevos episodios de chuzadas a opositores y periodistas,
en este caso por parte del Ejército y directamente desde sus instala-
ciones.
En este enero Colombia también fue catalogado como el país más co-
rrupto del mundo, según el ranking de Transparencia Internacional,
y el Gobierno se prestó para realizar ejercicios militares en territorio
colombiano con tropas norteamericanas, con la mira de la agresión
sobre Venezuela.
Ante estos y muchos otros males, el país lleva desde el 21 de noviem-
bre más de dos meses en de protesta social. Movilizaciones masivas,
que han tomado cierta identidad; esencialmente urbanas, compuesta
por población joven, inconforme, hastiada, y con muchos deseos de
cambio. Movilizaciones que van más allá de la voluntad de dirigen-
cias tradicionales y más allá de las estructuras organizativas ya ins-
tituidas. En ello ha radicado parte de su fuerza.
Para un futuro promisorio
Hay grandes retos para conseguir la continuidad y el fortalecimiento
de la movilización y de la lucha social y política que se ha acentuado
en estos últimos meses. Se requiere de gran visión de la dirigencia,
de las distintas fuerzas y organizaciones y de los nuevos y diversos
procesos que vienen apareciendo.
REALIDAD NACIONAL
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