Revista Insurrección Insurrección 723 | Page 5

E l histórico Paro Nacional iniciado el 21 de noviembre pasado, que se prolonga hasta este 21 de enero, expresa el descon- tento de la población frente al Gobierno de Duque y Uribe, y cuestiona el modelo de muerte y saqueo capitalista, im- puesto a sangre y fuego por la oligarquía criolla en contu- bernio con el imperialismo norteamericano, en ya 200 años de vida republicana, tutelada y dependiente. En abierto desconocimiento a la justeza y masividad del movimiento, el Gobierno se hace el ciego y el sordo, a la vez que envía a la Policía militarizada del Esmad y al Ejército a reprimir la protesta, y enman- guala con los partidos tradicionales aprueba leyes cada vez más re- gresivas y antisociales. El régimen autoritario y cada vez más débil de Duque y Uribe, atiza las contradicciones sociales por la vía violenta, multiplica las viola- ciones a los Derechos Humanos y se atornilla al poder en contravía del sentir y exigencias de las mayorías que piden cambios. El pueblo colombiano está cansado de este régimen violento y se- guirá en la lucha. Se ha puesto a tono con las gestas de otros pueblos latinoamericanos, y se hermana en la lucha contra los regímenes au- toritarios y sus paquetazos neoliberales. El pueblo levanta las banderas de la vida y la paz contra la violen- cia oligárquica que asesina líderes sociales, amenaza y desplaza. Se hacen indispensables la defensa de los Derechos Humanos y de las formas legítimas de Autoprotección de las comunidades y sus terri- torios. La lucha por la democracia y los derechos políticos están en- tre las urgencias del Paro Nacional. La Unidad, con mayúsculas, es condición y garantía para avanzar y lograr los cambios. No es tiempo de sectarismos, ni discriminaciones; las mayorías nacionales exigen a sus dirigentes la altura necesaria para cualificar la movilización y enfrentar la violencia del Estado. El Pliego se logrará hacer realidad, si la dirigencia social y política, en armonía con el pueblo, actúan como una sola fuerza en las ca- lles, para pasar a un nuevo período de lucha, que abra los caminos de construcción de paz, soberanía y bienestar social. Cumplir este reto es ahora lo esencial. EDITORIAL 5