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a historia de la humanidad no ha sido más que la lucha de
los oprimidos contra los opresores, que se circunscribe prin-
cipalmente en la concentración de los medios de producción
y el control de estos a través de la violencia de Estado.
Los Gobiernos imperialistas han impulsado estrategias de
diversos tipos y calados, desde la directa y descarada intromisión de
los Estados Unidos y sus aliados en la soberanía de los Gobiernos del
mundo, a partir de planes económicos y militares.
Muestra de esta intromisión son el Plan Cóndor, las medidas econó-
micas del Fondo Monetario Internacional (FMI), el control del terro-
rismo y del narcotráfico, y el fortalecimiento de la seguridad nacio-
nal, con bases militares como las instaladas en las Islas Galápagos,
Ecuador.
Soberanía y autodeterminación de los pueblos
La defensa de la soberanía en contra del imperialismo y la imposi-
ción de modelos económicos neoliberales, han sido la bandera de la
lucha de los pueblos, que han hecho uso de su derecho legítimo a la
resistencia y la negación enfática, de no desear ser el patio trasero de
Estados unidos, ni de ningún Gobierno servil.
La embestida brutal de la violencia económica y militar ha traído
consigo resultados alarmantes para el mundo, la desigualdad social
y el empobrecimiento son condiciones básicas del ejercicio de estas
prácticas.
Oxfam, en su informe del 20 de enero, muestra que la concentración
de la riqueza se ha profundizado, “los 2.153 milmillonarios que hay en
el mundo poseen más riqueza que 4.600 millones de personas, un 60
por ciento de la población” [1].
En América Latina y el Caribe el 20 por ciento de la población con-
centra el 83 por ciento de la riqueza; en contraste, la pobreza extrema
está aumentando. Según la Comisión Económica para América Lati-
na y el Caribe (CEPAL), en 2019 el 10,7 por ciento de la población vivía
en extrema pobreza [2].
PATRIA GRANDE
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