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a Constitución dice que en Colombia no existe la pena de
muerte y que el Estado protege el derecho a la vida, pero la
guerra actual demuestra que la realidad ha llegado a ser to-
talmente contraria a lo que dicen estos 2 preceptos.
Es evidente la perfidia de las clases dominantes, cuando el
Estado atiza el Genocidio de líderes, en vez de detenerlo, porque son
miles las denuncias probadas de cómo la persecución y la guerra la
concentran contra los opositores y críticos al régimen; plan macabro
que adelantan por medio de las Fuerzas Armadas estatales, actuando
en conjunto con los paramilitares.
Para defender los intereses de las clases dominantes el Estado co-
lombiano ha roto su normatividad jurídica y constitucional, rayando
en la más evidente ilegalidad e ilegitimidad, que lo convierten en una
máquina violenta, movida por el combustible de la corrupción.
Como todos los Estados capitalistas aplican un modelo neoliberal,
que sirve a la minoría de los súper ricos, articulado al plan de guerra
perpetua del imperialismo norteamericano, a quien le sirve incondi-
cionalmente, haciendo a un lado el Bien Común de Colombia.
Es centenaria la matanza que hace el régimen en contra de sus opo-
sitores, en 1914 asesinaron al General Liberal Rafael Uribe Uribe, en
1928 masacraron a miles de trabajadores huelguistas de la bananera
United Fruit.
UN ESTADO LETAL PARA LAS MAYORIAS
Comando Central (COCE)
La matanza de líderes sociales y defensores de Derechos
Humanos en este principio de 2020 llega a ser de un asesinato
cada 18 horas, es un plan sistemático de exterminio por el
que el Estado no responde y busca minimizar.
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EDITORIAL
El sistemático asesinato de líderes del Movimiento Gaitanista culmi-
nó con el Magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948, que
fue seguido por el exterminio de los líderes guerrilleros gaitanistas,
luego que firmaron Acuerdos de Paz en 1953.
Prosiguieron con el asesinato selectivo de campesinos acusados de
ser colaboradores de las guerrillas revolucionarias, desde cuando
surgimos en 1964, hasta hoy.
A los movimientos políticos de oposición, la Unión Patriótica, A Lu-
char y el Frente Popular les eliminaron miles de sus militantes en
los años 80; a los que agregaron los Magnicidios de los candidatos
presidenciales Carlos Pizarro, Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo
y Luis Carlos Galán.
EDITORIAL
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