Revista Insurrección Insurrección 721 | Page 43

Pero además las jornadas de marchas que hicimos y el cruce del pá- ramo dejaron sin botas a varios compañeros, todos íbamos muy mal de los pies y con un agotamiento generalizado. La voluntad de lucha pudo más que las condiciones físicas. Cuando estábamos a 40 minutos del pueblo ya amanecía y Fabio, muy preocupado, nos dijo: “los que sean capaces de caminar rápido, síganme”, y aceleró la marcha. Todos comprendimos que quien no lo lograra, no alcanzaría a llegar al ataque y no sé de dónde sacamos fuerzas, pero nadie se quedó. Llegamos cerca del pueblo, era un alto donde había una casita donde solo habitaban dos señoras; nos miraban con temor, pensaban que podíamos ser una chusma conservadora que fuera de nuevo a matar liberales, y mientras Fabio desde allí, con vista a Simacota, designó los comandos, asignó las misiones y los fue despachando, nos per- catamos que una gente en la orilla del poblado miraba para la loma donde estábamos. Entonces Fabio descendió por el camino empedra- do con unos diez guerrilleros detrás; ya a pocos metros del pueblo, un policía mira el grupo, Fabio lo saludó quitándose el sombrero y ex- tendiendo el brazo, el policía respondió el saludo y siguió. Era el sar- gento comandante del puesto, murió escasos minutos después cerca de la Caja Agraria. Fue una maniobra genial que superó un momento crítico. Los disparos contra este policía y los disparos en el cuartel policial sonaron casi simultáneamente y así el éxito estaba garantizado. ¿Antes de llegar a Simacota, los comandos ya conocían las misiones? NRB: No, excepto los de la investigación y reconocimiento, con ellos Fabio hizo el plan. Por eso desde aquel alto a 200 metros arriba de Si- macota, se asignaron misiones y se despacharon los comandos. Todo se hizo para preservar la seguridad y garantizar la acción. SIGUE PARTE 2: La Toma.- Llega el Ejército.- Muerte de Parmenio.- Impacto político.- Ahora.- La Unidad y el ELN. MEMORIA COLECTIVA 43