E
n el país hay un levantamiento popular de millones de seres
humanos que reclaman la terminación definitiva de la gue-
rra y de los ataques institucionales contra los instrumentos
de la paz; Los estudiantiles movilizados no ven que se estén
gestionando los recursos para la educación pública o la ge-
neración de empleo para los jóvenes profesionales; se ignora al movi-
miento ambientalista que se ha expresado en defensa de los páramos
y del agua; cientos de mineros artesanales que ejercen su actividad
como complemento de la pesca y la agricultura local son confina-
dos o despojados y desplazados por las multinacionales; millones de
personas han reclamado indignadas ante la burla al mandato anti-
corrupción; una ola gigante de familias y comunidades exigen hoy la
disolución del Esmad y la depuración de ejército y policía.
El gobierno, sus partidos aliados y el coro de la prensa amarillista
intentaron generar un ambiente de estigmatización y miedo sobre
supuestos “planes de sabotaje”, la presencia de “agitadores y terro-
ristas extranjeros”, planes de saqueo al comercio y a las residencias.
Tal retórica advertía prepararse para lo peor y que el desorden sería
enfrentado con el toque de queda si fuera necesario; esta practicas
enmarcadas en el terrorismo de estado. Sin embargo la campaña de
pánico tuvo el efecto contrario, la determinación de la gente se fue
agigantando y la convocatoria al paro ha dejado aflorar toda la incon-
formidad y el rechazo a ese método de guerra psicológica y al terror
contra la protesta social.
La irrupción de este proceso de protesta cívico ciudadana pone al
descubierto la profunda crisis del “uribismo”, su credibilidad y en
particular su incapacidad de dar respuesta a las demandas socioeco-
nómicas de la población.
Se han cumplido tres años de la firma de los Acuerdos de paz entre
el Gobierno y la antigua guerrilla de las FARC; este hecho histórico
detonó el voto libre en las elecciones presidenciales y en los comi-
cios regionales recientes; desnudó el carácter del régimen, su sentido
violento y la corrupción campante; desterró el miedo de la población
y animó su decisión de salir a copar plazas, calles y carreteras para
alzar sus reclamos.
DECLARACIONES
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