además de revictimización al justificar sus actos desmedidos; in-
cumplimiento de acuerdo a los indígenas y el movimiento social en
general, décadas que acumulan miles de acuerdos pactados e incum-
plidos. Estas entre muchas otras razones, tienen a centenares de mi-
les de colombianos y colombianas, en las calles.
Los derechos se conquistan con la lucha
Las primeras reacciones del Gobierno frente al Paro Nacional, fue de-
cir que escuchaban al pueblo que gritaba en las calles; sin embargo,
el libreto del Estado ya estaba trazado de antemano, los compromisos
ya se habían hecho con los amos extranjeros, con corporaciones, en
últimas, con grandes capitales. La “mermelada” ya untada, la coima
(soborno) ya pago y recibido. Así, pese al descontento social mani-
fiesto en las calles, sostenido por semanas; pese a los gritos, pitos,
conciertos, antorchas, marchas y cacerolas abolladas, el Estado sigue
su curso indiferente. La represión continúa y la aprobación de las
controvertidas leyes siguen su trámite en el Congreso.
Seguramente este levantamiento popular no termine con la destitu-
ción del Presidente ni con grandes cambios estructurales, pero sigue
siendo un muy buen pulso, una demostración del bando popular, de
todos y todas las que queremos cambios. Es un despertar, un visuali-
zar esperanzas, un acumular para las luchas venideras.
Los elenos y las elenas, como parte del campo popular, sentimos ad-
miración por ese pueblo que se levanta, que dice “¡basta ya, reclama-
mos cambios!” Las puertas del Ejército de Liberación Nacional es-
tán abiertas para todos y todas aquellas que deseen avanzar en la
lucha organizada, más allá de la coyuntura; también para quienes se
sientan perseguidas por las fuerzas estatales o paraestatales, como
represalias por su activismo político. Con bemoles y matices, con en-
cuentros y desencuentros, con críticas y autocríticas; somos un mis-
mo campo popular.
Porque otra Colombia es posible, necesaria y urgente… sigamos en
pie de lucha. Juramos vencer.
DEBATES del CONFLICTO
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