Revista Insurrección Insurrección 700 | Page 29

E n este caluroso verano Putin está completando 20 años de mandato en la Federación Rusa y de influencia creciente en los destinos del mundo, a un grado tal, que el Partido Demó- crata de los Estados Unidos sostiene que él mantiene hipno- tizado a Trump; mientras que los chinos dicen del Presiden- te de los EEUU, que estos “escogieron al peor personaje para el peor momento de su historia”. Haciendo a un lado los estilos personales de quienes tienen sus ma- nos los destinos globales, es inocultable que la humanidad y su Casa Común estamos enfrentadas a una ‘complicación de males’ de difícil pronóstico. Numerosos científicos afirman que a partir de 2030 inicia el conteo regresivo para la extinción de la especie humana, por tanto lo éticamente correcto es rebelarnos ante esta amenaza letal y luchar por una transición... ¿Hacia dónde? Un planeta envenenado que se derrite Esta Era del Planeta la han venido denominando como el Antropo- ceno o Era de la humanidad, pero para hacer conciencia de la crisis que enfrentamos varios académicos llaman a esta Era de la extinción como Capitaloceno [1], para resaltar la doble amenaza que el capita- lismo nos impone como son acabar con el planeta y con las especies que lo habitamos. La primera crisis que enfrentamos es la del Capitaloceno reiterada en julio pasado, el más caliente registrado en muchos años de capitalis- mo, que desató innumerables incendios forestales y una aceleración del derretimiento de glaciares y casquetes polares. Llegamos a este Calentamiento Global por la emisión de Gases de efecto invernadero (GEI) producidos por la quema de petróleo y carbón, aunada a la tala intensiva de bosques tropicales húmedos en la Amazonia y en Asia. Ya no somos el Planeta Azul debido a la contaminación de los océa- nos por basuras sobre todo plásticas y por el vertimiento de quími- cos que matan todas las especies marítimas, creando inmensas Zona Muertas, como la existente en la desembocadura del río Missisipi en el Golfo de México, que ya envenena 20 mil kilómetros cuadrados y no deja de crecer cada día [2]. EL IMPERIO 29