Revista Insurrección Insurrección 697 | Page 33

E l pasado 23 de febrero en la televisión regional de Cúcuta aparecieron declaraciones de los sicarios traídos desde Me- dellín para crear bochinches en los puentes internacionales que conectan con Venezuela, con ocasión del show orga- nizado para presionar la entrada al vecino país de una su- puesta ayuda humanitaria; se pudo comprobar que estas bandas paramilitares fueron apoyadas por la Policía Nacional colombiana [1]; dentro de una operación orquestada por el Gobierno de los Estados Unidos y la oposición venezolana. Desde entonces se ha intensificado la saturación visible de la fron- tera colombo-venezolana por bandas y mafias de ambos países, como una prolongación de la fallida intentona de febrero pasado. Saturación caracterizada por acciones crueles como el descuar- tizamiento y decapitación de cadáveres, para crear un clima ge- neralizado de miedo que paraliza a las comunidades que pueblan esa franja fronteriza. Economía parasitaria y empobrecimiento Colombia y Venezuela comparten una frontera de 2.219 km, con un total de 603 hitos que demarcan la línea divisoria; esta vasta frontera abarca los Departamentos de La Guajira, Cesar, Norte de Santander, Boyacá, Arauca, Vichada y Guainía [2]. Históricamente esa región fronteriza ha desarrollado una economía parasitaria o dependiente de Venezuela; una economía subterrá- nea que se sostiene producto de los miles de millones de ingresos por narcotráfico, contrabando, redes de lavados de activos, etc. Debates del Conflicto Revista Insurrección / Página 33