E
l Paro Sigue, es el grito de los diferentes sectores que siguen
movilizados desde el 21 de noviembre y que progresivamen-
te se amplían con otros nuevos, que se suman a este gran
despertar del pueblo colombiano.
El Gobierno permanece sordo, no atiende las demandas de
la población, sigue dilatando el diálogo y la negociación, reprime bru-
talmente a los movilizados, le apuesta al desgaste del movimiento y a
disolverlo en las festividades de fin de año.
La exigencia de democracia participativa que mantienen las mayo-
rías nacionales movilizadas como mecanismo de pactar cambios ur-
gentes, el Gobierno la embolata y la suplanta por unas conversacio-
nes inútiles escenificadas para los grandes medios de comunicación.
La tal democracia representativa cae más bajo en esta coyuntura,
cuando los congresistas aprobaron una nueva Reforma Tributaria
anti social, la monopolización y privatización de los bienes estatales
en el sector financiero, la mayor centralización de las Regalías y una
Ley de indulto para políticos corruptos.
Los reclamos de democratización y paz de estos 18 días de moviliza-
ción en todos los rincones de Colombia, no los oyen el Gobierno ni el
Congreso, sordera que los vuelve más ilegítimos.
Este momento histórico tiene la virtud de que las expresiones de de-
mocracia en las calles cuestionan la ruina de la democracia repre-
sentativa, y la crisis de un Gobierno que desprecia el diálogo y la par-
ticipación de la sociedad como palanca para cambiar a Colombia.
En este orden de ideas son poco creíbles los llamados al diálogo que
hace este tercer Gobierno de Uribe al Ejército de Liberación Nacional,
cuando en 16 meses que lleva se ha dedicado a “hacer trizas la paz” y
a negar la propuesta de participación y diálogo que le hace la socie-
dad.
Es la presión social con la continuación del Paro y la intensificación
de la movilización la que impondrá a este Gobierno la dignidad y de-
rechos que reclama Colombia, como un aporte a la construcción de
Paz con Justicia Social.
EDITORIAL
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