Revista Insurrección 734 | Page 31

E l mundo está viviendo una situación sin precedentes a cau- sa del COVID-19, Colombia no es la excepción y afronta una crisis a todo nivel, para afrontarla el Gobierno ha tomado medidas insuficientes, en ocasiones tardías; además se cen- tra en proteger a los empresarios y el gran capital, y no be- neficiar realmente a las mayorías nacionales. Un Estado a la medida de los intereses de los ricos y poderosos La emergencia declarada a raíz del COVID-19 hizo más evidente las fallas y falencias en las políticas estatales, especialmente en la asis- tencia social; además de las carencias en materia de investigación y el desarrollo de una política pública de salud que se base en la pre- vención. Con la privatización del Sistema General de Salud en 1993 –Ley 100–, le cambiaron el enfoque social y le dieron prelación al lucro; el sis- tema de salud colombiano es ineficiente, no es fortuito que el 80 por ciento de los afiliados estén insatisfechos con el servicio. El Gobierno no está dando prelación a atender las necesidades la población más vulnerable, como los desempleados, los trabajadores informales, entre otros; según el Departamento Administrativo Na- cional de Estadística (DANE) la población desocupada supera los 3 millones, mientras el trabajo informal asciende al 49 por ciento, con 6,2 millones de trabajadores informales [1]. La presión social obligó al Gobierno a asignar subsidios para la pobla- ción vulnerable; sin embargo, estos no son más que placebos que no resuelven la situación de fondo que requiere medidas estructurales. Por otro lado, las medidas adoptadas por Duque no protegen ade- cuadamente a la población asalariada. Paradójicamente blinda a las grandes empresas inyectándoles capital, mientras atiende menos a las micro, pequeñas y medianas empresas (Pymes), que representan el 35 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), y generan el 80 por ciento del empleo. DEBATES del CONFLICTO 31