Revista Innombrable #9 - Mnemosyne "Memorias de la Literatura" (2019) | Page 8

IN Nombrable Prólogo LA MEMORIA DE LAS COSAS FÚTILES Elian Luka (Colombia) T odos estamos bajo el efecto del desgaste, lo más sólido se va desvaneciendo y la vida no permite la quietud pétrea donde se fosilizan las memorias. Hay una permanente corrosión, una destrucción continua, como ya lo advertía Aldo Pellegrini, en una estética de la destrucción, “Más profundas, más extensas que las de la construcción, son las leyes de la destrucción. Pero destrucción y construcción son mecanismos asociados. Nada se puede construir sin una etapa previa de destrucción” nos comunicaba en su libro Para Contribuir a la Confusión General. Las ruinas, que tanto embelesaron al romanticismo, esas construcciones derruidas que evocaban el pasado, son una nostalgia en el tiempo, una belleza carcomida, que el investigador toma como unos vestigios de una época posterior, lo ya vivido. Más nadie ha retornado a esos lugares vivificados con una experiencia directa, entre el asombro y un enfrentamiento a otras costumbres y a otros contenidos. Todo son aproximaciones, deleites de poetas, argumentos de filósofos, observaciones de historiadores. 8 Algo patético nos aproxima la senectud, son los días y los momentos de exaltación, las pasiones, los trabajos, los amores, los esfuerzos, los olvidos y también los recuerdos que nos van dejando cicatrices y abandonos. En ese sentido todo es un permanente desgaste, un siempre olvido, que se cruza con la muerte y el recuerdo. La idea es aproximarnos a un valor que siempre nos ha parecido nimio y carente de sentido, o al menos de valor, pues está excluido de las connotaciones a grandes objetos, libres de homenajes, sin una historia de personajes ni batallas, el valor de las cosas fútiles. Hay una estética de lo sencillo y de lo simple, una presencia que nos habla desde la sombra y el olvido, en cada objeto se afinca un ser invisible, pura magia cotidiana expresada en el símbolo encarnado en la presencia del objeto que “habla”. Esos trastos oxidados, tarros vacíos, ollas inservibles pero vivas en los anaqueles de un escaparate entre el polvo y una nostalgia de tierra y de canciones, están allí, en esas casas donde cada ser está convertido en una galería de necedades,