Revista Innombrable #9 - Mnemosyne "Memorias de la Literatura" (2019) | Page 45

En los ojos nocturnos, en un escalonado abismo. Y sobre la seda y el oro, un satín se sostiene y sangra, la sed que no sacia, la fiebre, el adiós. Un nido de rosas y fragancias en los lechos desnudos, en el laberinto de espejos, temple de los abandonos hacia cuerpos extraños, cuando otras almas y el corazón propio, desgarra y teme. Esperma que ebulles, espectro que danzas, susurrando en los poros del fuego, sobre tu suave abdomen que logra volatilizar fragancias de incienso. En las blancas brisas, esos vientos en el alba, abriendo tus labios a los ojos de la colmena, a las amnesias del mundo, ese lucido roció de diamante ¿sabrá amansar nuevos dolores? Rugosas horas orquestando los ruidos domésticos, sonrisas transparentes ¡pequeños que gritan! De repente, de nuevo salpica tu recuerdo, cabellos suaves, color cobre, entre insolentes pupilas que visitan la tumba del mármol y el oro. Estos dedos opacan las espontaneas visiones, visiones de alambre, inútiles pantallas. Remanso de tibias ausencias, el subsuelo y el hambre, tan sordos a la ternura y a la belleza. Partidos nuestros brazos en las encías citadinas, finalmente derrotados con nuestros cuerpos sobre el llanto de las praderas, finalmente, purificados en los vidrios y las colmenas. Levantamos esos cráneos de barro, levantamos esas heridas. Ya lejanas las noches increíbles del verde marino, aunque fiel, siempre, ese adiós perpetuo a todo, ilusoria permanencia del instante. 45