Revista Innombrable #8 - Pesadillas: espejos del sueño - 2017 | Page 36

Pero no, es el hijo que se acuesta junto a ella mientras comienza a fantasear un relato de los ronquidos al oír a su padre, que duerme, pero no se halla soñando y el niño lo sabe; entonces con terror en esa noche, descubrió que existen hombres que no pueden soñar. El pequeño cerró fuerte sus ojos rogándole al fantasma de los sueños que no le permita dejar de soñar ni de sentir así sea terror, y que por favor tampoco él deje de soñar con escribir mejor que el escritor y que visite las quimeras de otros niños y que le traiga sus rumores en letra. El niño le pide a su fantasma que todos sueñen con tejer mundos, que todos se sueñen escritores aterrorizados si se les va la inspiración. El literato no escribe más y niega frente a un abismo oscuro su propia existencia. La madre no sale del ensueño y sueña con espectros en la penumbra. El fantasma escribe poemas bajo el cielo estrellado impulsado por un inexplicable frenesí. El padre sólo hace ruidos y el niño no puede dormir, mas sí soñar: Sueña con ser un escritor que escribe cuentos de terror en una noche, mientras los fantasmas festejan su accionar. Finalmente, en la estela danzante del amanecer, Dios guarda en un suspiro los sueños y universos que él mismo distiende y contrae a su antojo hacia la nada o embarca sobre una quimera ondeante por miles de galaxias a la vez. *El destino de los personajes de este cuento es ahora incierto, su naturaleza es el pensamiento mismo. 36