Revista Innombrable #8 - Pesadillas: espejos del sueño - 2017 | Page 38
Juan Carlos Carvajal
(Colombia)
LA PESADILLA
Creyeron que podían huir de la peste negra. Cerraron las puertas del castillo empecinados con la idea
de pasar el tiempo mortal contándose historias y disfrutando de toda clase de convites mientras afuera
el pueblo padecía la agonía que había llegado como un azote de Dios.
Pasaron los días riendo con soltura al escuchar los relatos picarescos y las comedias de lo humano
mientras el dolor, en las calles, se fundía con las lágrimas del cielo. Yo tan sólo escuchaba como una
estatua, impávido ante sus regocijos, sin que ellos se percataran de mi presencia.
Cada uno de ellos contó sus historias. Entonces, el tiempo para narrar fue el mío. Relaté con cadencia
aletargada mientras exhalaba un aliento que los sumía en un sueño profundo. Les conté cuanto ya
vivían. Inmersos en el tejido onírico, abrí las puertas de la fortaleza, y los conduje hacia la ciudad, al
encuentro del pueblo que abandonaban cada vez que se veían perdidos. Los dejé al lado de la iglesia
asediados por todos los habitantes que gritaban y gemían intentando pedir consuelo para las llagas
bubónicas que hacían arder la piel como volcanes.
No les hice padecer la peste negra; sus cuerpos no cobraron ese color amoratado que empezaba por las
axilas y se tomaba cada pieza de la existencia con dolor indescriptible. Sólo los dejé allí, en medio de
la turba, intentando huir de mí: la muerte.
Nunca pudieron despertar: declaré la pesadilla eterna.
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