Revista Innombrable # 7 - Muros Poéticos, Ciudades del Silencio - 2015 | Page 52

Imágenes Un hombre resalta un libro nuevo con un lápiz rojo en la avenida Junín. Su ademán, aunque cansado, es de inexpugnable introspección. Un anciano en su carretilla saca una bolsa ziploc con fritanga, la abre gustoso aunque ya fría y con su mano cual cuchara la embute en su boca enseñando sus encías que son cueva vacía y oscura. Una niña pequeña le pregunta a su padre por qué la estatua de Prometeo lleva fuego en sus manos, “El conocimiento” - le dice - y la niña mira al cielo como escuchando el silencio inabarcable. Un enfermo del alma con camiseta del verde casi se descuella por la ventana del Coonatra para mirar el culo de las jovencitas, le grito enfermo, le hago fuck you y me bajo. Una loca me sonríe a lo lejos desde su asilo y me invita pasar, pero no entro. Existe el riesgo incontenible de quedarme. Poetas más calientes que el sol del caribe leen a de Greiff en la villa de aburrá. Y se fugan los crepúsculos, se fuman las tardes naranjas, se fugan todos, se van. Recorrer el centro y entre la gente, sentirse solo, tan lleno de imágenes, de presencias que huelen a olvidos rotos, a risas ensordecidas por el eco musical. Adiós callejones, adiós. Un ciego que pide limosna, no tan ciego mira la carne, los cuerpos voraces, juguetones, palpitantes de placer. Sus ojos parecen desorbitarse como Jesucristo en la cruz. Escuchar a Silvio en la avenida La playa rompiéndote el corazón y entre las notas de su serenata diurna se oye a los hombres con voces roncas decir: “En ese ombligo se toma puro whisky.” Pasan los amores y se esfuman entre el hollín. No es posible ser sin mirar los cuadros de la ciudad, que sin permiso alguno son demiurgos narrando incansables sus secretos en versos octonarios. Algún día mis ojos también escribirán poemas. Mi ciudad no es miseria ni gloria, es belleza inenarrable. Jael Bolla (Chile) Un no-viaje El dibujo: una estrella con una estela. El lugar: naturaleza v/s máquina. La compañía: una oyente triste. El tiempo retrocede. Bajo la lengua se disuelve y se siente el sabor ácido, de ahí viene el nombre pensé, luego cambiaría de parecer. Miro la hora, 16:14. Caminar es bueno, caminemos. El entorno parece normal demasiado normal. La caminata culmina porque aparece un río, un río de Plata, que invita a observarlo. Bancos, sillas…el pasto es la mejor elección. El río se mueve como queriendo ser mar, pero sabe que no lo es. Sabe que lo llaman río y no mar. Pero insiste en agitar sus olas lo más fuerte posible, para que los que lo observan piensen al menos que parece mar. Y sí, pienso: parece mar. 49