Revista Innombrable # 6 - Eterno Femenino Cuerpo y Erotismo - 2014 | Page 57

apague el cigarrillo. Lo miro a los ojos sin decir algo. Insiste. Dice que la ley, etc. Sandra interviene, le ruega que me permita fumar tan sólo éste. El mesero se niega, dice que es la ley, y está a punto de decir algo más… Está bien, digo, de todos modos ya nos vamos. Echo el cigarrillo a mi vaso con whisky. El mesero me echa una mirada y se va. Sandra enloquece. Lo siento, digo, un trago más y no podré hacerlo. Meneo la pelvis para que lo entienda. Sandra asiente y se levanta; da alcance al mesero y ordena la cuenta. Cuando la cuenta está pagada me lleva a su apartamento. 2 El apartamento de Sandra está en Las Águilas. Es un apartamento pequeño. En él viven Sandra y su madre, pero su madre no está. Ha salido de viaje así que podemos ir allí y hacerlo. Sandra prepara café. Opino que lo deje pero insiste. Te sentará bien, dice. Quiere asegurarse que su hombre la follará. Ha pagado las copas y me ha dado hospedaje, lo menos que puedo hacer es follarla. Se acerca a mí con una taza llena de café. Me lo estira y me acaricia el cuello. Bebo el café. Es un café bueno, exclamo. Yo misma lo he comprado, anuncia ella orgullosamente, en Veracruz. Se lo aplaudo y sonríe. Es bueno hacerla reír antes de llevarla a la cama. La risa segrega sustancias y cosas así. Mientras bebemos el café dice que hoy será difícil. Ha adoptado un tono serio para decirlo, pero no tanto; como si no quisiera darle tanta importancia a algo importante. La cosa es que está reglando. Alzo los hombros y digo que está bien. Me besa en la mejilla y ríe. Ella debe saberlo también, lo de la risa. Me hace cosquillas en el cuello. Ahora hemos bebido y reído suficiente, así que vamos a la habitación. Una vez en la habitación me descalzo y me echó en cama. Entro a las cobijas sin ocultar el cansancio. Sandra sonríe al tiempo que se desnuda para mí. La miro hacerlo. Lo hace bastante bien para no dedicarse a ello. Que no cobre no significa que no se dedique a ello, pienso. Sin embargo, no puedo dejar de ver su maldita nariz. Vaya que es grande. Es más grande cada que la miro. Proporcionalmente hablando, podría decirse que es más grande que sus tetas. Incluso más grande que su cabeza. No puedo evitar pensar en su nariz y pienso que este asunto está jodido. A estas alturas para follar a Sandra debo concentrarme. Al principio fue fácil, pero ahora es un polvo más. Y con esa nariz… Desnuda, Sandra se sube a mí y comienza a besarme. Siento su nariz chocar con la mía. Tiene la punta fría. Después me besa el cuello y no puedo evitar sentirlo. Allí esta, pienso. Entonces río. Sandra es 51