Revista Innombrable # 6 - Eterno Femenino Cuerpo y Erotismo - 2014 | Page 39

Fernando Cuartas (Colombia) “LA CIEGA LUZ SOLAR” El año pone su bandera incendiada de sol y de tardes azules sobre una bóveda celeste impetuosa; ese astro, el que preside el nacimiento de luz y de energía prístina, lucidez de inicio, apolínea conjura de creadores en conjunto. Es la aurora del tiempo distinto, aún en un amanecer en sombras, con la titilante luz de las luciérnagas, los caminos apenas esbozados sobre el tapete verde que aún queda sobre la rugosa piel terráquea. Es una manera de concebir un inicio de diferentes apuestas sobre el destino mismo de nuestra condición humana. La extraña tarea solar y esa aurora de los nuevos tiempos no es algo mesiánico, ni es profecía de vendedores de las crisis, ni se trata de un manual de entendimientos como los libros de superación personal ni superchería pasional. Algo más sereno, ahora que hay un tiempo breve del pensar, una rendija para ver en un estado abierto para una mente más audaz. El ojo solar con sus dardos de luz, hieren y sacan chispas entre la pradera seca, es el ojo advertencia, es un llamado casi erótico, una llamada natural de instintos y de estéticas, el ojo ve lágrima que se seca hasta hacerse diamante y se cristaliza en el arenal. Sol y agua se reclaman ahora, se buscan y se desean orgánicos y en un fluir necesario. La aurora de los nuevos tiempos nos pide conservar el agua, extendernos como bosques, convertirnos en el árbol interior que somos, raíces y sueños, ramas y aire de nubes que conversan con la amabilidad de un diálogo de mundos cercanos. Somos todo eso: ese fuego arrebatador, esas aguas dulces y bravías, esas raíces hincadas sobre cristales y esferas, ese aire que salpica aún el rostro de aromas y de humos sacros, junto a la pesadilla de la contaminación y el desorden de un mundo cortado en trozos de pavimentos y abruptas rejillas del límite. Este año es un año para sentir no la roca como un lugar para escarbar su corazón y extraerle su llama, ni un año para pasar por el mundo dejando en un basural el sitio que nos fue entregado como la gran aldea mundo donde nos es digno vivir. Aire y suelo, se reclaman, son las masas sólidas y las gaseosas que se hacen sus trajes de viento y de montaña, juego de lugares, donde no somos ni reyes ni administradores del cielo ni gobernantes de la Mama Pacha. La orquídea se desviste sola y el arbusto sabe mecerse sin pedirnos permiso. Somos todo eso: átomos vivos que se mueven y configuran existencias posibles. 33