Revista Imago Agenda 206 "Las aplicaciones del amor" Imago Agenda 206 | Page 50

LETRA VIVA LIBROS | Av. Coronel Díaz 1837 | Ecuador 618 | Buenos Aires, Argentina | Telefax 4825-9034 | www.imagoagenda.com rá bien asentado que aun en tales acciones accidentales o sin- tomáticas no se tratará jamás, más que de la dimensión signifi- cante establecida como constitutiva de todo “acto”. Afirma por si quedan dudas, que no hay nada en esos capítulos freudianos concerniente al acto que no sea planteado como significante. Agregando también que “Si el acto está en la lectura del acto, que la lectura sea sobreañadida, sea nachträglich, es lo que le otorga su valor.” Es en este pasaje donde sitúa también cierta correspondencia de Heidegger con Freud. Algo que cinco años atrás pudo definir como “paso al significante”. Paso al signifi- cante que no puede desarticularse de la subversión del sujeto, la caída del “sujeto-supuesto-saber” y la posición de semblante de objeto a en el discurso del analista. Como inevitablemente volveremos a citar estas cuestiones, voy a detenerme tan bre- vemente como me sea posible en la referencia de Lacan al acto fallido o sintomático en Freud para que recordemos que en el acto fallido cuenta principalmente “lo fallido”, su carácter sin- tomático. Su verdad acerca del sujeto dividido y el objeto-cau- sa de su división. En la falla, pulsa, vive y vibra un tramo de singular verdad, “Alétheia” que se trama en esa grieta, en ese síntoma. Estos actos expresan al decir de Freud “algo”, un plus (“a”), que ni el mismo acto sospecha que exista en él. Indica- mos nuevamente el valor de la retroacción como condición de posibilidad del llamado après-coup. El “momento de concluir”, la consagración del acto potenciará el “instante de ver”, ha- ciendo que ese plus, ese “algo” del que nos hablaba Freud pue- da leerse. Digamos si quieren que no hay acto analítico sin una lectura en, y del acto. Nos referimos a los dos tiempos de la es- tructura del acto implicando cada uno de ellos a los dos tiem- pos de la posición analítica, o si se prefiere, tal como lo plantea Lacan, a los “dos analistas”, uno que hace el acto sin pensar, y otro que “lee” las consecuencias de ese hacer, que parafrasean- do a Henry Corbin es “hacer acto de presencia en acto” del ha- berse hecho hacer objeto a con el objeto a del analizante. Acto de presencia en tanto semblante del objeto a, causa del deseo. Un analista que hace el acto y otro (que desde ya no es otro analista, a menos que tomemos al análisis de control o super- visión escolarmente), y otro –decía– que pueda discernir, dilu- cidar, esto es desembocar en alguna pregunta acerca de las vi- cisitudes de su obrar. Obrar que implica una “decisión” siem- pre y cuando esta pueda ser considerada teniendo presente no solo el peligro de su banalización sino también su abuso y su desgaste. Vaya entonces una cita de Heidegger extraída de su trabajo sobre Nietzsche (Tomo 1), que nos servirá, creo, para poner en relación decisión y escisión en el sentido más neta- mente psicoanalítico de una decisión que se decide en el acto y una escisión (Spaltung) del sujeto obrada por el objeto a: “La capciosa palabra ‘decisión’ ya casi desgastada por el uso, sue- le usarse hoy en día preferentemente cuando ya todo está hace tiempo decidido o por lo menos se lo toma como tal. El abuso casi increíble de la palabra ‘decisión’ [Entscheidung] no puede disuadirnos sin embargo de conservarle ese contenido en vir- tud del cual está referida a la escisión [Scheidung] más íntima y a la distinción [Unterscheidung] más extrema”. Se tratará en- tonces de un “abrirse a las preguntas” que derivaron del “ac- tuar” el acto. Y ahora sí, “dejar hablar al acto” con otro analis- ta, en posición de supervisante. Un “dejar hablar al acto”, que por supuesto implicará eso que Lacan llamó manipulación de la transferencia. No hay acto analítico, “y lo subraya”, fuera de esa manipulación tomada como referencia. Cómo olvidar, por otra parte, que el psicoanalista opone el más furioso desconoci- miento al acto analítico. Olvido, que cuando ocurre, y nos ocu- rre a todos y a cada uno de los analistas, nos recuerda que de lo que se trata es de la “entificación del sujeto-supuesto-saber” al igual que de la “objetivización” del objeto a. 50 | Imago Agenda | N° 206 | Septiembre 2019 Lo que se trata de comprender (recuerden que a menos que lo anuncie, las referencias de lectura son al seminario del “acto”) dice Lacan, no es la legitimización de la transferencia en una referencia que fundaría la objetividad, esa especie de señorío, de superioridad en la posibilidad de objetivar, sino darse cuen- ta que no hay “acto analítico” sin referencia a la transferencia. Un psicoanálisis no podría instaurarse sin el acto del psicoana- lista, y la tarea analizante se inscribe en el interior-exterior de ese “acto” que es el psicoanálisis. El acto analítico requiere como condición necesaria una su- ficiencia que no es la del analista, sino la de una tarea que no es sin él, requiere, decía, de una abdicación del señorío yoico y sus veleidades, para encomendarse, dejarse llevar a la bue- na de una deriva del lenguaje que implica un “Otro pensar”. Por otra parte digamos que si el acto, en cualquiera de sus formas, no habitase “Lalengua”, se reduciría, tal como ocu- rre en el mundo del animal, “y de allí su pobreza de mundo”, a una forma de eliminación que según Heidegger caracteriza- ría a su conducta. Conducta que se definiría por un “eliminar”, que puede ser un “aniquilar”, devorar o eludir. Es sorprenden- te que el ejemplo utilizado por Heidegger para dar cuenta de ese “eliminar” propio de la conducta del animal se refiera a la desaparición del carácter sexual, tras la copulación. Permítan- me aventurarme a decir que mientras la acción conductual del animal aniquila la sexualidad, el acto del hablante-ser la ins- taura más allá de cualquier idea genital de acomplamiento. Me tomo el atrevimiento de recomendar a los analistas las lecturas de esas lecciones dadas por Heidegger en 1929/30 en Friburgo y que fueran publicadas bajo el título de Conceptos fundamen- tales de la metafísica con el conmovedor subtítulo de “Mundo, finitud, soledad”. En el capítulo 4 de esa obra encontrarán no solo consideraciones que pueden servir de referencia a la dife- rencia entre acto y movilidad, que no confundimos con “ocasio- nar” o “conmover”, sino también consideraciones atinentes a la empatía y por supuesto al tema de la transposición y su accesi- bilidad, que si bien no se pronuncian respecto a la transferen- cia analítica, no deja de ser esa introducción en un sentimien- to (Einfühlung) el posible hilo conductor de una cadena de teo- rías que Heidegger considera equivocadas acerca de la relación del hombre con otro hombre. Otro tanto podría decirse de su crítica al “personalismo” y par- ticularmente al fracaso de Scheler en su intento por definir el ser de los actos y del actor de los actos, temas estos tratados en su curso de Marburgo en 1925, publicados con el título de Pro- legómenos para una historia del concepto de tiempo. Aunque parezca una verdad de “don Perogrullo” no me pare- ce ocioso recordar, que solo en la casa del hablante-ser pueden desplegarse asuntos tales como el acto analítico, el acting-out, o el pasaje al acto, dado el fundante hecho de que allí desde el comienzo el habla, habla. Recordemos que es ese hablar hecho fundamentalmente de denegación y de silencio el que llama al analista al acto. A lo más inicial del primer comienzo, que como bien destaca Heidegger, no es lo más temprano sino lo más tar- dío, y lo más tardío no es aquello que llega tarde sino eso que se toma su tiempo en llegar. En referencia al acto analítico decimos que es singular en tan- to único en cada acto. Repito: El acto analítico es un asunto de sujeto en tanto defi- nido, mejor deberíamos decir puesto en acto, por un psicoana- lista. Es por la vía del acto y en el acto, que el analista partici- pa como objeto en el campo del inconsciente, esto es que pue- de encontrarse a nivel de los efectos del lenguaje. Dicho más contundentemente: el acto analítico es lo que se espera de un analista. Sujeto de una operación significante cuya falla deja un resto que en tanto semblante potencia la intervención ana-