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Textos filosóficos
Dossier
Martin Heidegger
3 ra época - 135 ta parte
1997 - 2019
Compilador: Rogelio Fernández Couto
El “paso atrás”, la retroacción
y la afirmación del acto analítico
D
por José
Grandinetti
esde el tiempo en que diera mis primeros pasos en la lec-
tura de Sigmund Freud y Jacques Lacan, y gracias a la
generosidad “ocasionante” del estimado Raúl Sciarretta,
el encuentro con la palabra de Heidegger me ofrece, aunque
no a la mano “ya que esto no ocurre sin un trabajo de discerni-
miento” la oportunidad única cada vez, de hallazgos fructíferos
para mi ininterrumpida labor analítica. De estos constantes “co-
mienzos” de lectura es en parte responsable la renovada invita-
ción que desde hace ya varias décadas propicia Rogelio Fernán-
dez Couto, vaya entonces para él también mi agradecimiento.
En tanto que el acto analítico implica fundamental y fundan-
temente al psicoanalista, es que solicito a aquellos que se hallen
presentes sepan disculpar una presentación que dados los po-
cos minutos con los que cuenta, apenas será balbuceantemente
conceptual. A los concernidos por el psicoanálisis, aunque no se
trate de analistas, solicito la tolerancia y la clemencia necesaria
respecto de algunos conceptos que solo podrán indicarse sin ex-
poner su desarrollo. Permítanme entonces esta suerte de pensar
en voz alta acerca de la correspondencia y la coimplicancia del
“paso atrás”, la retroacción y la afirmación del acto analítico.
Digamos en primer término que no tenemos por qué homo-
logar acto analítico con “acción y reacción”, mucho menos con
el denominado “arco reflejo”. Entre paréntesis, recordemos que
si algo del arco se pone en evidencia es el referido al arco de la
pulsión del que seguramente ustedes, los analistas, tienen sufi-
ciente evidencia. Respecto del reflejo, las coordenadas trazadas
por Lacan en “El estadio del espejo” aportan sin dudas una loca-
lización que va más allá de todo principio, estímulo-respuesta.
El “acto” no implica necesariamente movimiento, o dicho de
otro modo, el movimiento no es motor del “acto”. Aquí valdría
la pena echar mano a los trabajos de Sándor Ferenczi sobre la
llamada por él “terapia activa”, y considerar los aciertos y los
desaciertos de eso que propuso como “actividad del analista”.
Nadie duda del talento y del tacto de ese discípulo de Freud,
de quien podríamos decir que fue el primero en sentar a los psi-
coanalistas en el banquillo de las preguntas, y en esta oportu-
nidad respecto de las particularidades de una práctica arrojada
a la pereza y al “confort intelectual”, que como nos recordaba
Lacan, es el peor de los confort. Momificaciones, tics, y cuándo
no, muecas que protegían al analista del “horror al acto” en la
asegurada jaula de un llamado encuadre que no dejó de serlo
pese a la insistencia de ese pionero húngaro que puso también
a la vista cierta intolerancia (la suya) al tempo “significante del
objeto a”. Aquí dejo para la consideración de ustedes, cuánto
de identificación absoluta al objeto a guarda esa “práctica acti-
va”, que bordea el acting-out del analista. Digamos al pasar que
Ferenczi pretendió combatir la “maquinación” del analista, su
congelamiento, con la histerización, no del discurso del anali-
zante sino del analista. Volveremos a este punto cuando inten-
temos anunciar los peligros que en tanto posibilidad habitan
en cada uno de los cuatro discursos. Intolerancia a un “tiempo
lógico” que Lacan despliega en el “Aserto”, me refiero al traba-
jo titulado “El tiempo lógico y el aserto de certidumbre antici-
pada”. Tiempo caracterizado por una tripartición que no pode-
mos dejar de pensar en relación a la posición del analista, espe-
cialmente al hablar del “acto analítico”. Podríamos arriesgar la
idea y decir: “Instante de ver”, “tiempo de comprender” y “mo-
mento de concluir en el acto”.
Temporalidad cuya retroacción permitirá dimensionar al acto
analítico “nachträglich”, “après-coup”. Momento lampo de la
castración. Un relámpago que soporta el nombre de cada uno.
No se trata de confundir la retroacción con el après-coup, pero
sí de situarla en tanto acontecimiento de “Lalengua”. La retroac-
ción entonces en tanto condición de posibilidad del après-coup.
Una suerte de llamada hacia atrás. Un pasaje de Ser y tiempo me
permite, “y tal vez me equivoque”, situar esa llamada en tanto
significante proveniente de lo real y decir, repitiendo a Heide-
gger: “La llamada abre el poder-ser, como el poder-ser en cada
caso aislado de cada Dasein. El carácter aperiente de la llama-
da no quedará plenamente determinado sino cuando ella sea
comprendida como una provocante llamada hacia atrás, sola-
mente cuando se le comprenda de esta manera será posible pre-
guntarse qué es lo que ella da a entender.”
En consonancia, en una de las clases del Seminario 15, acer-
ca del “acto analítico”, leo en Lacan que luego de preguntarse
acerca de qué es para el psicoanalista el acto y cuál es su par-
te en él, y sin dejar de dirigirnos al acto sintomático tal como
Freud lo desarrolla en Psicopatología de la vida cotidiana, deja-
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