Revista Imago Agenda 206 "Las aplicaciones del amor" Imago Agenda 206 | Page 30
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Las “aplicaciones” del amor
Amor de algoritmo
Ideas para aceptar el éxito de las Love apps
Escribe
Florencia Pavoni
[email protected]
E
n junio de este año, Judith Duportail publicó El algorit-
mo del amor: un viaje a las entrañas de Tinder, una suer-
te de crónica de su investigación sobre el funcionamien-
to de los engranajes de la love app líder a nivel mundial. El re-
sultado son ciento setenta páginas que componen una bitáco-
ra verborrágica, mezcla de diario íntimo y sesión de psicoaná-
lisis en papel de una escritora feminista que, tras una ruptura
amorosa, descarga Tinder para volver al mercado del deseo 1 .
Lo que comienza como un juego de empoderamiento donde
los likes de los otros refuerzan su narcisismo, acaba por con-
vertirse en un motivo de angustia. El colmo de su indignación
llega cuando Duportail lee, a través de investigaciones de terce-
ros, que Tinder utiliza la información que los usuarios le ceden
para configurar un puntaje de deseabilidad que internamente
han denominado ELO Score 2 , y que, según Duportail, junta a
los lindos con las lindas y a los no tan lindos con lo que sobra.
Con el corazón roto, el ego por el piso y algunos kilos recupe-
rados, la autora sale a la caza de la fórmula de la coca-cola de
Tinder, consigue la información que la app guarda sobre ella
y entrevista a sus ejecutivos para denunciar cómo (¡en reali-
dad!) Tinder es sólo un negocio millonario con escasa respon-
sabilidad afectiva para con sus usuarios. Vaya novedad. Cabe
preguntarse entonces: ¿la develación del sistema algorítmico
de Tinder nos explica el porqué de su éxito a nivel mundial?
Este relato millenial sirve para discutir un sujeto amoroso
que, por más militancia y deconstrucción en proceso, persis-
te en (re)configurarse según la mirada de los otros en inter-
faces sociales. Los párrafos que siguen recopilan perspectivas
de distintas disciplinas para comprender el éxito de las love
apps más allá de sus algoritmos.
Me exhibo, luego existo. Uno de los productos más rentables
del capitalismo moderno no es un objeto material, sino la con-
figuración sentimental del sujeto alterdirigido. Target de una
multiplicidad de industrias desarrolladas para mejorar el bien-
estar y la apariencia personal, la subjetividad alterdirigida (Si-
bilia, 2008) elabora su identidad en función de ser exhibida
y observada, según el efecto de admiración y deseo que bus-
1. Un espacio que progresivamente ha incorporado prácticas y modos de
funcionamiento cada vez más vinculados con una lógica de mercado
y una racionalidad que tiene al ranking y al casting como hábitos na-
turalizados.
2. El artículo original está disponible en: https://www.fastcompany.
com/3054871/whats-your-tinder-score-inside-the-apps-internal-ran-
king-system. El ELO Score es una suerte de puntaje que se le otorga
a cada usuario para ordenar y destinar los matches según lo que el al-
goritmo considera. Sin embargo, este criterio nunca ha sido declarado
públicamente, pero la empresa afirma que el algoritmo pondera los fil-
tros elegidos por el usuario, los rangos de distancia, género, preferen-
cias de edad, además de otros factores críticos como la distancia entre
usuarios y la frecuencia de uso de la aplicación.
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ca provocar en los demás.
Las love apps y las redes sociales son algunas de las interfa-
ces incorporadas a la auto-construcción de esta subjetividad.
Percibidas como meras herramientas neutrales, las apps de so-
ciabilización funcionan porque existe una cultura social (y un
goce individual) que busca espectacularizar la personalidad,
narrarla bajo estándares mediáticos y que los otros la confir-
men virtualmente: un like es un pequeño clímax que hoy nos
da la seguridad de sentirnos deseables. Sentirnos efectivamen-
te deseados por un otro real, es otro cantar y es en esta dife-
rencia que el ego de la romántica Duportail se hace trizas ante
los desencuentros. Sin importar si los matches se convierten
en citas presenciales, lo que parece imperar en la psiquis de
los sujetos alterdirigidos es engrosar el contador de likes re-
cibidos. Durante los primeros meses Duportail se deslumbra
ante la posibilidad de gustarle a tantísimos hombres, pero en
las citas cara a cara cuando algo no encaja con la experiencia
cool de usuario, su seguridad se cae a pedazos.
Elegir y delegar. El triunfo de las love apps ocurre en un con-
texto de explosión de las aplicaciones para smartphones a ni-
vel global 3 o de lo que Eric Sadin (2017) describe como la era
del individuo asistido. Las aplicaciones para smartphones se de-
sarrollan casi para cualquier propósito y su funcionamiento y
acceso a nuestra información está habilitado en primera ins-
tancia a partir de un acto de delegación voluntaria de nues-
tra información. Más que sorprendernos por el avance algo-
rítmico o indignarnos por la ausencia de jurisprudencia que
existe sobre nuestra intimidad, vale la pena un análisis auto-
crítico sobre nuestra voluntad de delegación de los aspectos
más íntimos que, en esta era, son sintetizables a datos. El éxi-
to de estas apps se habilita justamente con esta delegación de
nuestra intimidad sobre un complejo tecnológico del que so-
mos usuarios, pero no dueños; de algoritmos que nos proce-
san, pero cuyos códigos no escribimos.
Ahora bien, la pasividad de la delegación tiene como con-
trapunto la acción activa del consumo por elección. La épo-
ca que nos atraviesa enterró empresas como Blockbuster y
puso en auge a compañías como Amazon y Netflix. En ellas,
prima un valor tan capitalista como amoroso: la libertad de
elección on-demand. El goce que brinda poder seleccionar
(y descartar) posibles citas como si estuvieramos organizán-
do nuestro propio casting, nos ofrece la sensación de tener el
encuentro bajo control. De todas maneras ni Tinder ni su al-
goritmo se hacen cargo de la indiferencia de los otros, o del
efecto de nuestras fotos de perfil en los demás. Cuando Du-
portail se encuentra con la negación del otro, el ghosting o
los malos tratos de algunas de sus citas, no hay libro de que-
jas al que pueda recurrir.
Soy mi propio algoritmo. Recientemente, Tinder publicó que
su algoritmo ya no funciona en base al cuestionado ELO Sco-
3. Según Statista, en el App Store de Apple existen 1.8 millones de apps
para iPhone y otras 2.7 millones en Google Play para Android. La apari-
ción y masificación de aplicaciones inteligentes opera sobre el individuo,
buscando modelarlo y “mejorarlo” a partir de la información cedida.