Revista Imago Agenda 206 "Las aplicaciones del amor" Imago Agenda 206 | Page 14
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Las “aplicaciones” del amor
La búsqueda del amor en las redes
Escribe
Stella Maris Rivadero
[email protected]
“La autopsia de una ruptura amorosa que va
más allá del amor en el mercado sentimen-
tal del que lo desconoce todo. Por las grie-
tas de su derrumbe como pareja entran las
amistades y sus vidas, la mayoría de las ve-
ces con más dudas que certezas”. 1
Y
a Freud alertó al analista acerca de los síntomas rela-
cionados con la civilización, y Lacan en El Reverso del
Psicoanálisis planteó los discursos para ubicar los mo-
dos de regulación de los lazos sociales, anticipando que el dis-
curso dominante comienza a ser otro que el del Inconsciente.
Adelantó la primacía de los gadgets y las letosas, sustancias
para olvidar la verdad del deseo y el objeto a.
Nos preguntamos cuáles son los efectos del discurso domi-
nante en este momento sobre las modalidades del amor en los
tiempos de aplicaciones en las redes. Y si sigue vigente el afo-
rismo lacaniano que postula “amar es dar lo que no se tiene”.
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El amor, el miedo y la vida se han vuelto líquidos, al decir
de Zygmunt Bauman. Son amores que tienden a una rápida
y efímera satisfacción. Demandas que deben ser prontamente
satisfechas. Y también enamoramientos pasionales que tienden
a desvanecer los límites entre el Yo y el objeto, más ligados al
goce del dolor que al amor, donde el sujeto queda desdibuja-
do y puede morir o matar si el partenaire no está, o bien que-
dar apresado en una búsqueda infinita y permanente de ena-
moramientos que avanzan, retroceden, declinan por Whats-
App, Instagram, Tinder, Snapchat y otras redes, en la que es-
tán todos expuestos y al final desencantados. En muchas oca-
siones no hay encuentro real con el cuerpo del otro, más allá
de las aplicaciones se encuentra la historia y la estructura de
cada sujeto, cómo cada quien, se encuentra en la posibilidad
o no de desmarcarse de la masa y reecontrarse con su deseo
que propicia el atravesamiento de un análisis. El sujeto del
inconsciente no es el mismo que se presenta con su descono-
cimiento ante el mundo ofrecido como espectáculo, sino que
él es el espectáculo visto y supervisado desde afuera.
Si el partenaire como objeto no se adecua rápidamente a
las expectativas que se demandan corre el riesgo de ser ve-
lozmente descartado, reemplazado, ya que en el mercado
existe una amplia oferta sin necesidad de salir de la casa. La
virtualidad ofrece la posibilidad de conocer a alguien con un
golpe de click. Sin tiempo para procesar y elaborar la pérdi-
da del objeto de amor, no contamos con la función necesaria
de duelo que permitiría anoticiarnos para quien representá-
bamos su falta.
El mundo virtual se torna un real a veces inasimilable. Ami-
gos, partenaires, deslizamiento donde cualquiera da lo mis-
mo, el falo anónimo como fugaz dirección. Si algo no gus-
ta rápidamente es bloqueado, se hace como que no existe, se
torna insoportable la diferencia. No hay trabajo de duelo por
la pérdida porque ésta no se inscribe como tal.
Pareciera que los vínculos no pueden resistir ante una li-
bertad que se pretende absoluta y que rechaza toda experien-
cia de los límites. La hiperactividad generalizada alimenta-
da por el discurso actual nos hace creer que a la ocasión “la
pintan calva” 2 . Lo que cuenta en esta vida es la multiplica-
ción del goce, ni siquiera la acumulación como creía la ver-
sión ascético weberiana.
No hay registro del tiempo propio ni del ajeno. Para poder
anoticiarse del tiempo es necesario anotar la función de la pri-
sa, que sólo se impulsa por lo real de la muerte. El tiempo lógi-
co de mirar, comprender y concluir no entra aún en la cuenta.
Me pregunto por el tiempo y la instalación del amor de
transferencia, en el imperio de la necesidad y el consumo.
Es tiempo del imperio y gloria de Narciso, en que el sujeto
queda atrapado mirando y ahogándose en su propia imagen,
o en las series de moda identificándose a tal o cual persona-
je de ficción, alejado del otro como prójimo, capturado en
una inmovilidad deseante. Anomia del deseo, pasar el tiem-
po sin pena ni gloria.
La inscripción de la segunda muerte permite situar la di-
mensión del tiempo. Lo Simbólico es muerte y esta realiza-
ción subjetiva del ser para la muerte introduce la función de
la prisa (la angustia) que guía hacia el deseo, ese resto no
simbolizable que es el objeto a. La prima de placer que da di-