Revista Imago Agenda 205 -FENÓMENOS PSICOSOMÁTICOS Revista Imago Agenda N° 205 (Otoño 2019) | Page 53
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Colaboración
Temor a la interpretación:
una detención en el movimiento
Escribe
Alejandro del Carril
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1. Escucho a algunos/as colegas que supervisan los tratamien-
tos que dirigen y noto que se inhiben a la hora de interpretar.
Temen hacerlo porque piensan que podrían dañar al paciente.
2. Una colega, en una ocasión, demuestra tener una bue-
na oreja para ubicar los significantes que insisten en el discur-
so de la paciente. Los localiza y se los hace notar pero no lo-
gra articularlos en discurso. La paciente, confundida, abando-
na el tratamiento.
3. Durante una clase en la universidad comienzo preguntán-
dole a alumnos avanzados qué saben de la interpretación psi-
coanalítica. Se hace silencio. Finalmente una alumna toma la
palabra: “hay que tener cuidado”, dice.
4. En una ocasión envié un artículo a una revista de una ins-
titución, en el que analizaba los dichos de dos personas entre-
vistadas en la televisión. Se me objetó que “no podía interpre-
tar por fuera de la transferencia”.
5. Algunos testimonios de colegas sobre su fin de análisis ha-
cen hincapié en el hecho de que ellos ya no desean interpreta-
ciones o que estas ya no los afectan.
Las viñetas comentadas me hacen pensar que, por momentos,
la cuestión de la interpretación se vuelve síntoma en el movi-
miento del psicoanálisis. Si bien no es ésta la única herramien-
ta usada por el psicoanalista, es una de las fundamentales. No
hay psicoanálisis sin interpretación.
Temor a dañar ¿qué? En algunos ámbitos se ha vuelto un lu-
gar común la idea de que la interpretación es peligrosa. Y se
sobreentiende que lo sería para el paciente. Lo sucedido con
una consultante, en mis primeros años de ejercicio psicoanalí-
tico, me ayudó a entender el fenómeno. Concurre, a la clínica
en la que trabajaba, una mujer que había perdido a su madre
al año de vida y luego su padre la había dado en adopción. En
un momento de la entrevista relata que un hermano le contó
que ella, cuando era chica, no se dormía si no tenía siete bolli-
tos de medias consigo. Y me pregunta qué significa eso. Le re-
pregunto cuántos hermanos tiene y me dice que siete. Le digo,
entonces, que habiéndose quedado sin padres se aferraba a sus
hermanos. Se queda sorprendida gratamente.
La interpretación instaló la transferencia fácilmente en la pri-
mera sesión. Pero no sería tan sencillo lo que sucedería a lo lar-
go del tratamiento. Se trataba de lo que se conoce como un caso
grave. Tuve que maniobrar de distintas maneras para que el tra-
tamiento se desarrollara: entrevistar a la hija, hablar con el psi-
quiatra, extenderle una licencia laboral a la vez que continuaba
escuchando, interpretando y conjeturando construcciones sobre
lo acontecido y lo que seguía aconteciendo en su vida. Un mo-
mento muy importante del análisis fue cuando pudo recordar
el suicidio de su marido que, con ayuda de los psicofármacos
que le habían dado en aquel momento, había reprimido y sus-
tituído por la idea de que había sido un accidente.
El desarrollo de un análisis no es lineal. No va de lo difícil a lo
fácil ni viceversa. El trabajo de interpretación discursiva relanza
el discurso analizante haciendo entrar en la transferencia nuevos
lugares de la estructura analizante. Estos nuevos lugares inclu-
yen a los más frágiles del paciente que pueden repercutir sobre
los del analista. Entonces, conjeturo que la inhibición interpre-
tante del analista por temor a dañar al paciente, es en realidad
un temor a la devolución transferencial del analizante y a que
eso dañe al analista. Es un temor a no saber cómo responder allí.
¿Sin sentido?
Freud sostenía que la interpretación debía hacer conscien-
te el sentido latente de la formación del inconsciente. Lacan,
en el seminario 11, dice que la interpretación no debe apuntar
al sentido sino al sin-sentido. Estas dos afirmaciones aparen-
temente contradictorias, no lo son tanto, si tomamos en cuen-
ta algo que no hace quien tradujo el seminario. En francés sin-
sentido se dice pas de sens, que significa tanto sin-sentido como
paso de sentido. Por lo que podemos concluir que la interpre-
tación opera con los significantes que, gracias a su carencia de
sentido estructural, son capaces de pasar de un sentido a otro.
Por lo tanto, lo que la interpretación produce son pases o efec-
tos de sentido. Situar los significantes sin articularlos al discur-
so, como sucedió en lo relatado en la viñeta 2., suele sumir al
analizante en la confusión cuando no propicia actings, pasajes
al acto y/o interrupciones de los análisis. Por eso la interpreta-
ción no puede ser cualquiera sino aquella que articule el deseo
inconsciente a los distintos modos de gozar.
Efectivamente, estos pases de sentido agujerean el imaginario
rearticulando los significantes de modo que pierdan el sentido
(significado) que tenían hasta ese entonces. Pero no es éste el
único sentido del significante sentido. En matemáticas un vec-
tor tiene dirección y sentido. La dirección está dada por la lí-
nea recta y el sentido por la flecha. Por lo que podemos pensar
que el pase de sentido también se corresponde a la orientación
que va tomando el discurso a través de la articulación signifi-
cante. Un tercer sentido se corresponde con lo que se siente en
y con el cuerpo. Efecto que si bien no es inconsciente como la
orientación discursiva, es susceptible de conciencia aunque no
necesariamente llega a tener el estatuto de un significado cla-
ro. Es por esta razón por lo que la interpretación psicoanalítica
es más potente que aquellas intervenciones psicológicas que se
dirigen a la conciencia, ya sea pensante o sentimental (“no me
digas lo que pensás, decime lo que sentís”). Como el estatuto de
los sentimientos puede resultar muy engañoso, Lacan recomen-
daba ajustarse a la lógica significante, orientada por la angus-
tia, único afecto que no engaña. No engaña porque se referen-
cia a lo real, al objeto a, tanto en su faz de modalidad de goce
como de causa del deseo.
Ubicar las fallas discursivas, ya sean gramaticales, homofóni-
cas o lógicas, permiten al analista situar los significantes y las
letras que balizan goces y deseos inconscientes. Con ellos po-
drá conjeturar interpretaciones y construcciones que den lugar
a la escritura y el habla de aquello que el analizante ni pien-
sa conscientemente ni siente. Atreverse a nombrar lo pensado
y reprimido o lo impensado es la tarea de quien está habitado
por el deseo del analista.
Lo real entre síntoma y angustia. El psicoanálisis trata funda-
mentalmente, pero no sólo, síntomas. Es el tratamiento más efi-
caz para resolverlos. Se resuelven los síntomas particulares pero
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