Revista Imago Agenda 205 -FENÓMENOS PSICOSOMÁTICOS Revista Imago Agenda N° 205 (Otoño 2019) | Page 51
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Conversaciones con autores
Entrevista a Graciela Jorge
Autora del libro “Psicofarmacología para psicólogos y psicoanalistas”
(Quinta edición, Letra Viva Editorial)
¿Por qué “Psicofarmacología para Psicólogos y
Psicoanalistas”?
Tengo buenas razones. Es justo darle a los psi-
cólogos la posibilidad de entender de qué se tra-
ta un sujeto medicado, qué diferencias encon-
tramos en la clínica cuando reciben un paciente
que ya recibe un fármaco, qué efectos “agrega-
dos” tiene. Qué síntomas corresponden a la en-
fermedad y cuáles a los efectos adversos.
Psicoanalistas y psiquiatras… no siempre tuvie-
ron puntos de encuentro…, o a lo sumo escasos.
También es justo ofrecerles a los psiquiatras
(tanto los ya formados como los que están en
formación) elementos puntales claves de teoría
psiconalítica. ¿Por qué? Porque considero indispensable que el
psiquiatra sepa frente a qué estructura psicopatológica profun-
da se encuentra: neurótica, psicótica o perversa (más allá del
tipo de psicoterapia que vayan a aplicar después). ¿Y por qué
el diagnóstico de estructura? Porque es invariable, es un diag-
nóstico que se hace con un “instrumento de medición” muy fino
(como es el psicoanálisis) para llegar al inconsciente y traba-
jar en y con él. Las estructuras psicopatológicas profundas no
cambian más allá de la clasifica psiquiátrica en al cual se las
agrupe después, sea ésta el DSM (clasificación actual) o cali-
ficaciones anteriores de la psiquiatría clásica. Por eso hay que
tenerlas muy en cuenta a la hora de medicar. Es la base para ir
por un camino con muchos más puntos de apoyo, y por ende
mucho más seguro.
¿Entonces…?
Para mí, “el psicoanálisis es a la hora del diagnósti-
co que condicionará el tratamiento -integral- como
lo es la clínica médica a la medicina interna, a la me-
dicina en sí misma”. No se puede no saber diagnosticar un
abdomen agudo, por ejemplo, si se va a ser médico. “La clí-
nica es soberana” (frase de los grandes maestros de la me-
dicina, cuando no tenían ni TAC, ni RNM…).
Y, siguiendo la comparación, el psicoanálisis “no es una he-
rramienta que se pueda saltear”, “no se puede no saber deter-
minadas cosas -por ejemplo las distintas estructuras psíquicas-
si se trabaja con pacientes PSI (sea uno psicólogo o psiquia-
tra)”. No se puede desconocer la clínica psicoanalítica en
estos casos, sea uno psicólogo o psiquiatra.
¿Dónde ubicarías las neurociencias en este contrapunto?
Para mí hay una confrontación que no tendría por qué existir.
Pueden convivir avances de psicoanálisis y de neurociencias sin
problema. Y, yendo más allá, hay comprobaciones en estudios
de neurociencias de cómo y cuánto el psicoanálisis deja huella
en la estructura cerebral, mejorándola, luego de un tiempo de
psicoterapia psicoanalítica.
Por ejemplo, en una SPECT —tomografía por
emisión de positrones—, luego de un período
de tratamiento psicoanalítico mejora el número
y las asociaciones neuronales. Se ve el aumen-
to de neurofibrillas sólo por el efecto del trata-
miento de la palabra.
También por efecto de la psicoterapia hay
cambios en la estructura cortical y subcortical
relacionados con el pensamiento y la memoria.
Por la misma causa que venimos mencionando
hay cambios —aumento— en terminales neuro-
nales de la serotonina —semejantes a los que se
producen con los antidepresivos IRSS, que au-
mentan la serotonina en el terminal por inhibi-
ción de su recaptación—.
Hay cambios en el flujo sanguíneo cerebral.
La neuroplasticidad “permite” que la estructura cerebral
sea modificada por la palabra, por la intervención psicoanalítica.
El psicoanálisis hace mucho, entonces, para demostrar lo
que la neuroplasticidad postula, sin dejar de hacer por el suje-
to lo que hace por él.
Por eso lo que creo es que psicoanálisis y neurociencias de-
berían coexistir perfectamente. Reemplazar la confrontación
por la tolerancia. ¿O acaso estar analizado no es ser capaz de
tolerar lo distinto?
Pues aquí hay un buen ejemplo para demostrarlo.
¿No hay disensos entre los discursos?
Para mí, por el contrario, habría convalidaciones.
A nadie se le ocurriría negar a Newton porque después vino
Einstein. No se invalidan, se convalidan.
Por otro lado, en unas jornadas recientes de psiquiatría línea
americana se mencionaron algunos movimientos novedosos.
Entre ellos está el aceptar “las psicoterapias de fuertes eviden-
cias” entre las admitidas. Más allá de lo que ellos consideren,
he nombrado en la respuesta de la pregunta anterior fuertes
evidencias que comprueban la eficacia del psicoanálisis apli-
cado como psicoterapia (más allá de que la nombrada psiquia-
tría lo reconozca o no).
¿Qué me decís del subtítulo del libro?
Si la derivación no es temprana el paciente corre muchos
más riesgos, a saber:
Que lo medique un médico no psiquiatra en cuyo caso pue-
de existir la necesidad de rotar el fármaco, o modificar su do-
sis, en el caso de que esto sea posible. Algunas de las compli-
caciones son, por ejemplo: que el psicofármaco haya sido ad-
ministrado por su médico de cabecera, en cuyo caso es muy
difícil una intervención posterior —que muchas veces es nece-
saria— del médico psiquiatra, sobre todo por la relación mé-
dico-paciente que existe con el primer profesional nombrado.
Este primer profesional generalmente usa drogas de prime-
ra elección, si éstas tienen que ser rotadas (aunque sea para la
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