Revista Imago Agenda 205 -FENÓMENOS PSICOSOMÁTICOS Revista Imago Agenda N° 205 (Otoño 2019) | Page 46
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Colaboración
Tratamiento de los desarreglos del goce
Escribe
Pablo Muñoz
[email protected]
Q
ue se advierta la ironía con que titulo esta breve cola-
boración, pues los desarreglos que anuncia no apuntan
a los tan mentados excesos o defectos de goce a que
habríamos de tratar en la clínica hoy sino a los que se
producen en la transmisión del concepto de goce —si es que
es un concepto— y su articulación con la experiencia analítica.
Una fuerte orientación del psicoanálisis en la actualidad enfa-
tiza cierta clasificación del goce en los “modos” en que “cada
uno” goza, explorando cómo “acotarlo” cuando es un exceso,
o cómo “incentivarlo” cuando es un defecto. Nuestra práctica
consistiría en mostrarle al sujeto que allí donde él se queja de
un destino injusto, en verdad es consecuencia de sus propias
elecciones. Una vez situada cierta “modalidad de goce” e in-
dicadas las vías por las que aquellas se le imponen, le queda
la posibilidad de hacerse responsable de él.
Que el goce ha pasado al centro de las reflexiones de los psi-
coanalistas es un dato irrefutable, se ha transformado en una
moda que penosamente se difunde en consignas tan huérfa-
nas de rigor que apenas ocultan que se trata de un dogma. La
frecuente sentencia “cada uno goza a su modo”, que pretende
enfocar lo singular del goce de cada quien, supone una con-
cepción de sujeto que desmiente la que Lacan delimitó como
efecto del significante y en inmixión de Otredad; sujeto insus-
tancial, irreflexivo y carente de ser que se desconoce en el mis-
mo acto en que se afirma que el goce es acotable. Así converti-
do en una sustancia que el sujeto posee —la sustancia gozante
viene como anillo al dedo—, no logra dominar y debe corre-
gir, supone un sujeto agente, corporal, continente.
Las complejidades que reviste la noción de goce exceden lo
que podremos abordar aquí, por eso nos conformamos con
discutir unas pocas de las tantas afirmaciones que abundan
al respecto.
Es sabido que como “concepto” psicoanalítico es original de
la enseñanza de Lacan, no proviene de la obra de Freud aun-
que no pueda pensarse sin relación con ella. Lo cual lo ubica
en un sitial peculiar en cuanto a la insistencia que Lacan tie-
ne respecto de volver a los términos de Freud y habilita la pre-
gunta de respuesta difícil: ¿qué problema en Freud resuelve o
retoma el concepto de goce de Lacan? ¿qué dificultades teó-
ricas y clínicas vinculadas con el concepto freudiano de pul-
sión y con el problema de la satisfacción en psicoanálisis esta
nueva noción viene a tratar de resolver? Preguntas enormes
que no deben ocultar otra, que motiva este texto: ¿qué nue-
vos problemas introduce?
El término francés jouissance se define primero como placer,
especialmente como placer sexual ligado al orgasmo (se enla-
za con el joy medieval que designa en los poemas corteses la
satisfacción sexual cumplida). Pero también se aplica al uso
de una cosa o percibir los frutos de su uso. Jurídicamente se
emplea la expresión “gozar de un bien” en el sentido del usu-
fructo, diferente de poseerlo, lo cual se señala en El Semina-
rio 20: “Esclareceré con una palabra la relación del derecho y
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del goce. El usufructo reúne en una palabra lo que ya evoqué
en mi seminario sobre la ética, es decir, la diferencia que hay
entre lo útil y el goce. ¿Para qué sirve lo útil? […] El usufruc-
to quiere decir que se puede gozar de sus medios, pero que no
hay que despilfarrarlos. Cuando se tiene el usufructo de una
herencia, se puede gozar de ella a condición de no usarla de-
masiado, allí reside la esencia del derecho: repartir, distribuir,
redistribuir, lo que toca al goce. ¿Qué es el goce? Se reduce
aquí a no ser más que una instancia negativa. El goce es lo que
no sirve para nada”. 1 El usufructo como término del derecho
implica gozar de un bien que le pertenece a otro pero es una
tenencia que se define como precaria, es decir que todo goce
es parcial, es una posesión que se funda en una pérdida. Es
esto lo que le interesa destacar a Lacan: lo parcial, que el goce
no es todo, y la pérdida fundante que lo constituye. Concepto
que se formalizará posteriormente en el axioma “el goce del
Otro no existe” cuya escritura matematizada será: JȺ. Si bien
la conexión con el usufructo merece una discusión, rescate-
mos lo que nos permite subrayar que: 1) no se trata de algo
vinculable con los sentidos, una sensación corporal u orgáni-
ca; 2) es parcial pues se funda en una pérdida que da cuenta
que no es una tenencia, no se tiene el goce, no se goza positi-
vamente de algo; 3) en cuanto instancia negativa no puede al-
terarse, orientarse o modificarse para encontrarle mejor apli-
cación; 4) si no sirve para nada, no hay goces correctos, me-
didas adecuadas o modalidades adaptadas de gozar.
En un recorrido cronológico, esquemático sin dudas, podría
decirse que el goce acompaña a Lacan desde el inicio mismo
de su enseñanza. En los primeros seminarios es usado ocasio-
nalmente, por lo general vinculado a la dialéctica del amo y
el esclavo, según la lectura que hace de la Fenomenología del
espíritu de Hegel orientado por Kojève: el esclavo con su tra-
bajo provee objetos de goce al amo. Sin proponer una siste-
matización demasiado exacta, puede decirse que hasta 1957
el goce aparece en Lacan como una designación de una sen-
sación gozosa que apunta a nombrar la sensación de una sa-
tisfacción de una necesidad sexual así como también satisfac-
ción de necesidades biológicas. En los seminarios 4 y 5 lo em-
plea para referirse al placer obtenido de un objeto sexual y al
de la masturbación, pero marcando relaciones diferentes con
la satisfacción que puede experimentarse del usufructo de un
objeto deseado, vale decir estableciendo una diferencia entre
deseo y goce. Este ordenamiento, que adolece de lo que toda
generalización pues cristaliza las anticipaciones y retroaccio-
nes de un pensamiento vivo, inapresable en una fotografía,
debe tomarse en un sentido muy aproximativo pues algunas
definiciones de esos años leídas a la luz de desarrollos pos-
teriores adquieren un valor que permanecería oculto en una
linealidad semántica poco útil. Sólo lo utilizamos, entonces,
para marcar el siguiente punto de inflexión.
Un giro que marca el esfuerzo de sistematización para inser-
tar el goce como un término propio del psicoanálisis se pro-
duce en 1960 en el escrito princeps sobre el tema: Subversión
del sujeto, donde opone con claridad goce y placer. Diría que
esta oposición es un nombre de la división del sujeto: escin-
dido entre goce y placer (diferencia tomada de Hegel: Genuss
[goce] y Lust [placer]). Lacan promueve una relación entre
ambos términos: el principio del placer —que en Freud tiene