Revista Imago Agenda 205 -FENÓMENOS PSICOSOMÁTICOS Revista Imago Agenda N° 205 (Otoño 2019) | Page 44

LETRA VIVA LIBROS | Av. Coronel Díaz 1837 | Ecuador 618 | Buenos Aires, Argentina | Telefax 4825-9034 | www.imagoagenda.com Problemas y controversias en el psicoanálisis Winnicott: su utopía y la servidumbre voluntaria Escribe Juan Bautista Ritvo [email protected] S in duda muchos conocen la carta —unas seis carillas—, que Winnicott envió a Melanie Klein luego de una reu- nión de analistas de la que ambos participaron. Conviene reproducir algunas de sus expresiones porque el modo tan suyo, tan frontal, tan insólito en un medio analíti- co hecho de reservas y de genuflexiones, a la vez resentidas y serviles, mentirosas y prescindibles, sigue siendo ejemplar- mente actual. La fecha es —recordémosla, porque pese a su lejanía nos evoca tan nítida y dolorosamente la situación actual de nues- tro campo—, la del 17 de noviembre de 1952. “Estimada Melanie: Quiero escribirle acerca de la reunión del viernes pasado para tratar de convertir esto en algo constructivo. Lo primero que quiero decirle es que puedo advertir cuán molesto resulta que cuando algo se desarrolla en mí por mi crecimiento y mi experiencia analítica, deseo expresarlo en mi propio lenguaje. Es molesto porque yo supongo que todo el mundo quiere hacer lo mismo, y en una sociedad científica uno de nuestros objetivos es encontrar un lenguaje común. Sin embargo, este lenguaje debe mantenerse vivo, ya que no hay nada peor que un lenguaje muerto. (…) Personalmente pienso que es muy importante que la obra suya sea reenun- ciada por personas que hagan los descubrimientos a su ma- nera y que presenten lo que descubren en su propio lengua- je. Solo de este modo se mantendrá vivo el lenguaje. Si us- ted estipula que en el futuro solo su propio lenguaje debe ser utilizado para la enunciación de los descubrimientos de otra gente, el lenguaje se convertirá en lenguaje muerto, como ya se ha convertido en la Sociedad. Le sorprendería saber de los suspiros y gemidos que acompañan toda reenunciación de los clisés sobre los objetos internos por parte de quienes voy a llamar kleinianos. (…) Como verá, lo que me preocupa es algo que considero mucho más importante que este artícu- lo mío. Me preocupa este modo de presentación que podría llamarse kleiniana, y que a mi juicio es el verdadero peligro para la difusión de su obra. Sus ideas perdurarán en tanto y en cuanto sean redescubiertas y reformuladas por personas originales, dentro y fuera del movimiento psicoanalítico. Des- de luego, es necesario que usted tenga un grupo en el cual pueda sentirse como en su casa… El peligro es, empero, que el círculo se desarrolle hasta convertirse en un sistema basa- do en la defensa de la posición ganada por el autor original, en este caso usted misma. Freud, según creo, vio el peligro de esto. Usted es la única capaz de destruir este lenguaje de- nominado doctrina kleiniana y kleinismo y todo eso, con un propósito constructivo. Si no lo destruye, este fenómeno ar- tificialmente integrado deberá ser atacado en forma destruc- tiva. Incita al ataque…” 44 | Imago Agenda | N° 205 | Otoño 2019 Suspendo adrede la cita en esta frase trunca, la que por lo demás refiere a la psicoanalista inglesa Joan Riviere, para mos- trar que la ilusión de sentirse en casa termina por constituir un ámbito que bien podemos llamar “sacro”, es decir, un ám- bito promiscuo del cual, como ocurre con el Eros de Empédo- cles, solo se sale por medio de la violencia furibunda… si se sale. En la mayoría de los casos, los suspiros y movimientos incómodos a que refiere Winnicott, son de los sirvientes que terminan por hundirse en la mierda. Cualquiera podría objetar que la sociedad de que habla Win- nicott es una sociedad utópica. Es cierto, completamente cierto. El psicoanálisis nunca fue así, bajo ninguna de las figuras imperiales: Freud, Klein, Lacan. También podemos llegar a saber que la riqueza inmensa que albergan estos discursos está aplastada bajo una masa de clisés que transforman preguntas implícitas y discursos lacunarios, deslumbrantes por lo que prometen sin concretar y por lo que concretan de forma insospechada. Discursos abiertos a un fu- turo lector en vigilia, a un analista que deje correr hacia el ol- vido modos enunciativos que luego retornarán, también ines- peradamente, en su práctica, transforman, digo, todo esto en una máquina servil de pura redundancia donde no queda lu- gar para ninguna pregunta, ninguna inquietud, ninguna mo- dalidad donde insertar algo propio. Es el continente de la esclavitud confortable; es asimismo el lugar de la masa en el sentido freudiano del término: líder, je- rarquía, rencores entre los iguales más iguales que otros igua- les, y, por supuesto, la segregación, esa que amenazaba a Win- nicott, simplemente tolerado por su inteligencia. No obstante, la utopía winnicottiana retorna —y tiene que retornar porque de lo contrario el psicoanálisis se vuelve una lengua muerta—, en el seno de las llamadas escuelas que son, cualquiera lo sabe aunque se finja no saberlo, instituciones de masa, escuelas, quizá, pero de servidumbre alimentadas por una enseñanza universitaria paupérrima e incluso idiota; re- torna el momento en que singularidades muy diversas entre sí acuerdan en escucharse y al hacerlo empiezan a descubrir, nuevamente, las virtudes de una praxis única en el mundo. Desde luego, son instantes —no puede ser de otro modo— pero valen y mucho. 