Revista Imago Agenda 205 -FENÓMENOS PSICOSOMÁTICOS Revista Imago Agenda N° 205 (Otoño 2019) | Page 24
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Fenómenos psicosomáticos
Lo insondable del cuerpo:
la falla epistemo-somática
Escribe
Adriana Bauab
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“Permítanme delimitar más bien como falla
epistemo-somática el efecto que tendrá el pro-
greso de la ciencia sobre la relación de la me-
dicina con el cuerpo…”.
J acques L acan , 1966
Del cuerpo: Freud descubrió que el cuerpo humano es inson-
dable. Revolucionó la noción de cuerpo que tenía la medicina.
Necesitó, para dar cuenta de los síntomas conversivos de sus
histéricas, atravesar la frontera a que había exiliado al cuerpo
la dicotomía cartesiana, que respondía a la divisoria de aguas
entre pensamiento —res cogitans— y extensión —res exten-
sa—. Si nos atenemos a los parámetros cartesianos el cuerpo
es esa res extensa, rara avis, que no admite medición cuantita-
tiva alguna que dé cuenta del padecer subjetivo. Como el arte,
el cuerpo atraviesa una transformación que va de lo objetual a
lo conceptual. Para el psicoanálisis lo que cuenta, lo que afec-
ta al cuerpo, es la palabra. Palabra que en ocasiones hiere, a
veces enmudece y otras se presenta amordazada o inefable.
Cuando puja por expresarse lo hace en una lengua singular, al
modo de un rébus, de una combinatoria a descifrar: el síntoma.
El síntoma neurótico pertenece a las formaciones del incons-
ciente. Se diferencia de los fenómenos psicosomáticos (FPS),
cuyo desencadenamiento Lacan homologó al reflejo condi-
cionado de Pavlov. 1 El FPS no es una respuesta subjetiva que
desencadena una pregunta por el padecer, sino una reacción.
El sujeto no dispone del recurso genuino, de la función signifi-
cante, y reacciona a una demanda con un mecanismo reflejo —
al modo del perro del experimento— lo que trastoca el compor-
tamiento funcional de un órgano, se desmonta el ejercicio de su
función biológica. Sólo para recordarlo, la condición principal
para que se origine un reflejo condicionado es la coincidencia
en el tiempo por una o varias veces de un estímulo indiferente,
por ejemplo las campanadas que vienen a equivaler a la deman-
da de Otro, que es el experimentador, con un estímulo absoluto
—propio del montaje de la función biológica—, como es la co-
mida para estimular la salivación. Esto provoca esa alteración
o desmontaje de la función biológica que ocasiona que sean las
campanadas que generen salivación en el perro del experimento.
Lacan emplea, además de esta homologación con el reflejo
condicionado de Pavlov que provoca el “efecto psicosomáti-
co”, varios conceptos clave para fundamentar los mecanismos
de producción del FPS, que aún hoy a pesar de los avances
tecnológicos y científicos permanece —en muchas ocasio-
nes— como el enigma del Santo Grial para el saber médico.
Propone que las operaciones de alienación y separación no
habilitaron la “afanisis del sujeto” 2 , que el pegoteamiento en-
tre significantes —“holofrase”— anula el intervalo con lo cual
no puede constituirse el sujeto como lo que representa un sig-
nificante para otro (están anuladas las posibilidades de me-
táfora y metonimia). Podemos suponer que esto se da en un
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tramo de la estructura subjetiva independientemente de cuál
se trate (neurosis, psicosis, perversión).
Las funciones que regulan la homeostasis corporal pueden
ser interferidas por diversos estímulos que alteran los proce-
sos vitales de respiración, digestión, circulatorios, endócrinos,
neurológicos e inmunológicos. La demanda del Otro —cuan-
do no admite la intervención de un orden simbólico regula-
do por nombre del padre— experimentada por el sujeto como
un goce polar del Otro, enloquece la funcionalidad del siste-
ma comprometido y opera acelerando, inhibiendo, activando
o deteniendo procesos a nivel celular que provocan en su re-
petición el efecto FPS.
Falla epistemo-somática: La modernidad se permitió aspirar
a lo más exitoso en el desarrollo de la investigación y estudio
de esa extensión corporal. Medir, fotografiar, radiografiar, in-
troducir endoscopios, catéteres y marcapasos hasta los lugares
más recónditos de ese cuerpo, clonarlo, trasplantarlo, rejuve-
necerlo, magnetizarlo, estimularlo, con procedimientos inno-
vadores a veces dignos de la ficción. Es innegable que algunos
adelantos científicos han proporcionado avances en las expec-
tativas de vida pero no siempre han redundado en la disminu-
ción del sufrimiento subjetivo, subsidiario del dolor de existir
tan propio del serhablante.
Lacan habitante de esa modernidad, donde el cuerpo bri-
lla en la fiesta explosiva de métodos para efectuar en él to-
das las mediciones imaginables y acceder a un conocimiento
—“episteme”— ilimitado de sus funciones, arroja una piedra.
En 1966 3 en la conferencia en el Colegio de Medicina de la Sal-
petriére enfatiza lo que llama “falla epistemo-somática”. Echa
así por tierra cualquier ilusión cientificista de expectativas de
armonía entre lo que un enfermo demanda para ser curado y
lo que los inescrutables laberintos del deseo muestran en las
expresiones resistenciales de su cuerpo.
Entre la demanda y el deseo se abre un campo insondable,
inconmensurable, que es el del goce. Es a esta altura de su
obra que Lacan va a poner énfasis en esa satisfacción a veces
demasiado ignorada para el sujeto y como tal absolutamente
inmanejable que se llama goce.
Afirma en la mencionada conferencia: “Pues la ciencia no
es incapaz de saber qué puede pero ella, al igual que el suje-
to que engendra, no puede saber qué quiere. Al menos lo que
quiere surge de un avance cuya marcha acelerada, en nues-
tros días, nos permite palpar que supera sus propias previsio-
nes”. Frase que a medida que el nuevo siglo progresa adquiere
cada vez más actualidad. La desenfrenada carrera de la cien-
cia también puede crear sus nuevos Frankenstein.
Con esto no estamos confrontando con el avance de los des-
cubrimientos científicos que sin duda han aportado en incon-
tables ocasiones alivios a las epidemias y padecimientos in-
gratos, sino que nos referimos a aquellas ocasiones en que la
desmesura en la experimentación o en la administración de
fármacos desatiende la ética que exige que al sujeto se lo tra-
te en su singularidad o sea en “el caso por caso”.
El sistema inmunológico enloquece: esclerosis múltiple: Nos
preguntamos ¿cómo es posible que el sistema inmunológico