Revista Imago Agenda 205 -FENÓMENOS PSICOSOMÁTICOS Revista Imago Agenda N° 205 (Otoño 2019) | Page 46

LETRA VIVA LIBROS | Av. Coronel Díaz 1837 | Ecuador 618 | Buenos Aires, Argentina | Telefax 4825-9034 | www.imagoagenda.com Colaboración Tratamiento de los desarreglos del goce Escribe Pablo Muñoz [email protected] Q ue se advierta la ironía con que titulo esta breve cola- boración, pues los desarreglos que anuncia no apuntan a los tan mentados excesos o defectos de goce a que habríamos de tratar en la clínica hoy sino a los que se producen en la transmisión del concepto de goce —si es que es un concepto— y su articulación con la experiencia analítica. Una fuerte orientación del psicoanálisis en la actualidad enfa- tiza cierta clasificación del goce en los “modos” en que “cada uno” goza, explorando cómo “acotarlo” cuando es un exceso, o cómo “incentivarlo” cuando es un defecto. Nuestra práctica consistiría en mostrarle al sujeto que allí donde él se queja de un destino injusto, en verdad es consecuencia de sus propias elecciones. Una vez situada cierta “modalidad de goce” e in- dicadas las vías por las que aquellas se le imponen, le queda la posibilidad de hacerse responsable de él. Que el goce ha pasado al centro de las reflexiones de los psi- coanalistas es un dato irrefutable, se ha transformado en una moda que penosamente se difunde en consignas tan huérfa- nas de rigor que apenas ocultan que se trata de un dogma. La frecuente sentencia “cada uno goza a su modo”, que pretende enfocar lo singular del goce de cada quien, supone una con- cepción de sujeto que desmiente la que Lacan delimitó como efecto del significante y en inmixión de Otredad; sujeto insus- tancial, irreflexivo y carente de ser que se desconoce en el mis- mo acto en que se afirma que el goce es acotable. Así converti- do en una sustancia que el sujeto posee —la sustancia gozante viene como anillo al dedo—, no logra dominar y debe corre- gir, supone un sujeto agente, corporal, continente. Las complejidades que reviste la noción de goce exceden lo que podremos abordar aquí, por eso nos conformamos con discutir unas pocas de las tantas afirmaciones que abundan al respecto. Es sabido que como “concepto” psicoanalítico es original de la enseñanza de Lacan, no proviene de la obra de Freud aun- que no pueda pensarse sin relación con ella. Lo cual lo ubica en un sitial peculiar en cuanto a la insistencia que Lacan tie- ne respecto de volver a los términos de Freud y habilita la pre- gunta de respuesta difícil: ¿qué problema en Freud resuelve o retoma el concepto de goce de Lacan? ¿qué dificultades teó- ricas y clínicas vinculadas con el concepto freudiano de pul- sión y con el problema de la satisfacción en psicoanálisis esta nueva noción viene a tratar de resolver? Preguntas enormes que no deben ocultar otra, que motiva este texto: ¿qué nue- vos problemas introduce? El término francés jouissance se define primero como placer, especialmente como placer sexual ligado al orgasmo (se enla- za con el joy medieval que designa en los poemas corteses la satisfacción sexual cumplida). Pero también se aplica al uso de una cosa o percibir los frutos de su uso. Jurídicamente se emplea la expresión “gozar de un bien” en el sentido del usu- fructo, diferente de poseerlo, lo cual se señala en El Semina- rio 20: “Esclareceré con una palabra la relación del derecho y 46 | Imago Agenda | N° 205 | Otoño 2019 del goce. El usufructo reúne en una palabra lo que ya evoqué en mi seminario sobre la ética, es decir, la diferencia que hay entre lo útil y el goce. ¿Para qué sirve lo útil? […] El usufruc- to quiere decir que se puede gozar de sus medios, pero que no hay que despilfarrarlos. Cuando se tiene el usufructo de una herencia, se puede gozar de ella a condición de no usarla de- masiado, allí reside la esencia del derecho: repartir, distribuir, redistribuir, lo que toca al goce. ¿Qué es el goce? Se reduce aquí a no ser más que una instancia negativa. El goce es lo que no sirve para nada”. 1 El usufructo como término del derecho implica gozar de un bien que le pertenece a otro pero es una tenencia que se define como precaria, es decir que todo goce es parcial, es una posesión que se funda en una pérdida. Es esto lo que le interesa destacar a Lacan: lo parcial, que el goce no es todo, y la pérdida fundante que lo constituye. Concepto que se formalizará posteriormente en el axioma “el goce del Otro no existe” cuya escritura matematizada será: JȺ. Si bien la conexión con el usufructo merece una discusión, rescate- mos lo que nos permite subrayar que: 1) no se trata de algo vinculable con los sentidos, una sensación corporal u orgáni- ca; 2) es parcial pues se funda en una pérdida que da cuenta que no es una tenencia, no se tiene el goce, no se goza positi- vamente de algo; 3) en cuanto instancia negativa no puede al- terarse, orientarse o modificarse para encontrarle mejor apli- cación; 4) si no sirve para nada, no hay goces correctos, me- didas adecuadas o modalidades adaptadas de gozar. En un recorrido cronológico, esquemático sin dudas, podría decirse que el goce acompaña a Lacan desde el inicio mismo de su enseñanza. En los primeros seminarios es usado ocasio- nalmente, por lo general vinculado a la dialéctica del amo y el esclavo, según la lectura que hace de la Fenomenología del espíritu de Hegel orientado por Kojève: el esclavo con su tra- bajo provee objetos de goce al amo. Sin proponer una siste- matización demasiado exacta, puede decirse que hasta 1957 el goce aparece en Lacan como una designación de una sen- sación gozosa que apunta a nombrar la sensación de una sa- tisfacción de una necesidad sexual así como también satisfac- ción de necesidades biológicas. En los seminarios 4 y 5 lo em- plea para referirse al placer obtenido de un objeto sexual y al de la masturbación, pero marcando relaciones diferentes con la satisfacción que puede experimentarse del usufructo de un objeto deseado, vale decir estableciendo una diferencia entre deseo y goce. Este ordenamiento, que adolece de lo que toda generalización pues cristaliza las anticipaciones y retroaccio- nes de un pensamiento vivo, inapresable en una fotografía, debe tomarse en un sentido muy aproximativo pues algunas definiciones de esos años leídas a la luz de desarrollos pos- teriores adquieren un valor que permanecería oculto en una linealidad semántica poco útil. Sólo lo utilizamos, entonces, para marcar el siguiente punto de inflexión. Un giro que marca el esfuerzo de sistematización para inser- tar el goce como un término propio del psicoanálisis se pro- duce en 1960 en el escrito princeps sobre el tema: Subversión del sujeto, donde opone con claridad goce y placer. Diría que esta oposición es un nombre de la división del sujeto: escin- dido entre goce y placer (diferencia tomada de Hegel: Genuss [goce] y Lust [placer]). Lacan promueve una relación entre ambos términos: el principio del placer —que en Freud tiene