Revista Imago Agenda 205 -FENÓMENOS PSICOSOMÁTICOS Revista Imago Agenda N° 205 (Otoño 2019) | Page 32

LETRA VIVA LIBROS | Av. Coronel Díaz 1837 | Ecuador 618 | Buenos Aires, Argentina | Telefax 4825-9034 | www.imagoagenda.com Fenómenos psicosomáticos Fenómeno Psicosomático: elisión de lo inconsciente Escribe Oscar Lamorgia [email protected] “Llámase idealistas a esos filósofos que, no teniendo conciencia sino de su existencia y de las sensaciones que se suceden dentro de ellos mismos, no admiten otra cosa; sistema extravagante que no podía, me pa- rece, deber su nacimiento sino a ciegos; sistema que, para vergüenza del espíritu humano y de la filosofía, es el más difícil de combatir, aunque sea el más absur- do de todos”. (D iderot , Carta sobre ciegos para uso de los que ven). “El inconsciente es sin duda el verdadero intermediario entre lo somático y lo psíquico...” S igmund F reud Puesta a punto: El cuerpo, justo es recordarlo, suele conver- tirse en campo de batalla de posiciones teóricas divergentes. Esto ocurre toda vez que la clínica actual pone de relieve algo que podríamos denominar “goces en bruto”. Un modo de re- bautizar la, así llamada, clínica de bordes. Expresión que tra- to de evitar, cuando la misma convoca hasta por su matriz eti- mológica a pensar en el fenómeno borderline o en el trastorno limítrofe. Suerte de reservorio en el que conviven toda suer- te de presentaciones clínicas que, por relax en el diagnóstico estructural, conforman un campo heteróclito en lo teórico, a la vez que suponen cierto extravío en la dirección de la cura. Baste recordar el denuedo con que —tanto Freud como Ruth Mc Brunswick— intentaron, aún con desacuerdos, dar con el diagnóstico estructural de Sergei Pankejeff. La raíz cuadrada del 1% de las dificultades que ambos tuvieron con “el hom- bre de los lobos”, hubiese propiciado en la actualidad, su rá- pido etiquetamiento y envío a la zona gris anteriormente alu- dida. Vale recordar a modo de corolario, la abigarrada pano- plia de somatizaciones que este ilustre paciente presentaba. Entonces: ¿Por qué llamarle “goces en bruto”? Precisamen- te por las diferencias que presenta el Fenómeno Psicosomáti- co respecto del síntoma, a saber… Formación del inconsciente ♦ Formación del objeto a: El FPS no es un síntoma en virtud de que su goce predominante no es el goce fálico y, por lo tanto, no está vehiculizado por la lógica del significante que subrayaría su tinte metafórico. Su goce inmanente es, en tanto beneficio primario, un núcleo ca- rente de envoltura formal. Ello lo torna impermeable a la inter- pretación pensada en términos de transliteración, es decir, de ajustar lo escrito a la letra. Sí suele ser receptivo a otro forma- to interpretativo denominado clisé que opera desde el jouisens y que con Allouch llamaremos traducción, dado que se ajusta a un sentido. Pero su receptividad a tales intervenciones paci- fican en un aspecto lo que terminarán consolidando en otro. Frases del tenor siguiente, así lo atestiguan: “Soy psoriásico”, 32 | Imago Agenda | N° 205 | Otoño 2019 o “soy un Hashimoto”, por citar sólo dos ejemplos de los mu- chos que se escuchan con alarmante habitualidad. El paciente no parece cuestionarse con relación a la lesión, la cual es usual- mente atribuida al destino fatídico, a la carga genética y/o a la conspiración de los dioses, según el caso. Se trata entonces de generar que lo que se presenta en bruto pueda historizarse en el sentido más pueril del término. Subjetivar la lesión implica para el paciente intersectar la History, con la Story. Para utilizar un ejemplo por todos conocido, podemos situar a una histérica ilustre: “Isabel de R”. En esta dama, el núcleo de goce anidaba en la astasia abasia, mientras que la envoltu- ra formal del síntoma era lo que no andaba en la vida de Isa- bel. Entonces, en el FPS, la carencia de envoltura formal re- quiere para su procesamiento de otra operación preliminar prínceps: La construcción. Cuando examinamos el papel que las construcciones desempeñan en un tratamiento analítico, nos encontramos con que, a poco de andar, aparece una suer- te de desestimación de dicha herramienta clínica. Particular- mente en algunos autores lacanianos la palabra construcción aparece más bien ligada a la del fantasma fundamental, per- diéndose de vista la riqueza conceptual y la efectividad clíni- ca legadas por el maestro vienés en lo atinente a las instancias preliminares de un tratamiento. Muchas veces, haciendo re- ferencia a la —así llamada— clínica contemporánea, nos en- contramos con un latiguillo que reza más o menos así: “Al pa- ciente con una somatización no se lo interpreta...” Lo cual, y en mi humilde opinión, es rigurosamente cierto (insisto: en su faz preliminar). El problema radica en que no alcanza con desestimar un recurso para instrumentar con claridad cuál es el más adecuado. Por citar un ejemplo de ello, vayan como prueba los ríos de tinta derramados para establecer lo que el psicoanálisis no es, a saber: “No es una terapia, no es hipno- sis, no es magia, no es una ciencia, no es religión, no es una práctica sugestiva, etc.”. Enunciado de la misma estatura que aquel que sindica al acting-out como no interpretable, sin por ello orientarnos en la perspectiva de qué hacer con él. Aclararé que mi enemistad con los recetarios generalizantes no implica incurrir per se en la abolición de la posibilidad de establecer, cuando ello sea posible, alguna que otra brújula que nos per- mita avanzar en la cura y su dirección. La construcción de la envoltura formal del síntoma, es precisamente aquello que lo torna metaforizable. El FPS no debe de ser leído. Se trata de producir una nueva escritura. Es ampliamente conocido que Freud efectúa en su artículo “Construcciones en psicoanálisis” (1937) una comparación entre las tareas del psicoanalista y del arqueólogo. La salvedad a consignar estaría dada por el hecho de que mientras que para el segundo, la (re)construc- ción es el destino final, para el primero, en cambio, la cons- trucción comporta un trabajo preliminar. Aquí nos encontramos con una modalidad de escritura que permite, a través de la homofonía que irradia el holofraseo cuando es debidamente escuchada por el analista, poder pasar del goce a la contabilidad, o hacer preconciente algo del or- den de lo Real. Esa escritura, llamada transcripción convoca a pensar en el sistema de transcripciones que aparece en el pei- ne invertido de la Carta 52 y del destino funesto que le espe-