Revista Huracán - Edición número 17 N° 17 | страница 19
Nota De Tapa | Por Laura Corriale
COMO REY
EN SU PALACIO
El pasado viernes 31 de enero quedará en el recuerdo de todos los quemeros y
quemeras, sin dudas. Una noche especial, emotiva, en la que no solo alentamos al
Globo como en cada cita en El Palacio, sino que abrazamos a uno de los mejores
futbolistas de la historia de nuestro país y del mundo.
Sonriente, agradecido, feliz y hasta con lágrimas. Así se lo pudo observar a Diego
Armando Maradona desde el preciso instante en el que bajó del micro visitante que
lo trajo hasta nuestra casa.
Fotos, firmas, bromas y pasos lentos pero firmes lo llevaron hasta el vestuario visitante
del estadio que, recientemente remodelado y con todas las comodidades, lo espera-
ba con un sillón especialmente diseñado para él. Una vez estampada su primera firma,
todo estaba listo para el reconocimiento en el centro del campo de juego.
Y así fue. Al ritmo de “¿Qué es dios?”, interpretada en vivo por Las Pastillas del
Abuelo, el eterno Diez pisó nuestro césped. Lo besó y, entre lágrimas, movió sus
brazos para saludar y dar un abrazo simbólico a todos los y las hinchas del Globo
que ya coreaban su nombre y enrojecían sus palmas con aplausos.
El ritmo seguía en una perfecta mezcla de coros entre la banda de rock y las gargan-
tas quemeras de las tribunas. En el centro de la cancha y con una sonrisa que ya es
marca personal, Miguel Ángel Brindisi le dio la bienvenida a Diego y le otorgó una
camiseta especialmente diseñada para él.
Continuó el camino de Maradona hasta que una imagen lo impactó. Se detuvo,
observó a los costados y lo señaló. Un telón con su imagen se había desplegado en
la Platea Miravé, frente a sus ojos. “El Palacio es tu casa”: un mensaje claro, sincero
y unísono por parte de Huracán.
Finalmente, el segundo sillón que Diego firmó lo aguardaba al lado de los bancos
de suplentes. Y también allí estaban Las Pastillas, que finalizaron su interpretación
con el protagonista coreando al lado de ellos. En un abrazo eterno, el público hu-
racánense los incentivó: “El que no salta es un inglés”. Y con saltos, aliento, pasión
y amor (mucho amor), el Globo cerró el homenaje para el jugador más grande de
todos los tiempos.
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