Revista Foro Ecuménico Social Número 8. 2011 | Page 81
Responsabilidad Social y Ciudadana
Juan Pablo II con gran
calidez nos ayudó
a mejorar nuestra
autoestima valorando
la actitud
de emprender,
dar trabajo y
producir,
desafiándonos a
multiplicar la herencia
recibida.
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puestos para completar de esta manera
este círculo virtuoso.
Somos conscientes que a los empresarios también nos cabe la autocrítica:
tal vez no hemos reclamado con más insistencia sobre la importancia de nuestro rol para la sociedad. En muchos casos, se ha preferido negociar a título
individual sin priorizar las normas más
generales que darían más transparencia
y credibilidad a nuestro accionar.
Nos cuesta a veces aceptar la competencia interna o externa que es imprescindible para que los consumidores puedan elegir con libertad y pagar
precios razonables por
bienes y servicios. Sin
duda, esto legitimaría
mucho más nuestro
rol en la sociedad.
Los empresarios no
queremos resignarnos a la perspectiva
de otro ciclo de euforia y posterior caída
con toda la secuela de pobreza, desánimo y frustración.
Sí, queremos un desarrollo armónico, sostenido y sostenible, que nos dé a
los ciudadanos la seguridad de que, con
el esfuerzo de todos, se puede crecer armónicamente, dar previsibilidad a las familias, a los emprendedores y a los inversores; con instituciones y normas que
atraviesen los distintos gobiernos sin
cambios abruptos y, si los hay, que se definan por consensos logrados en los ámbitos que correspondan.
Hace casi 25 años el Papa Juan Pablo II en su visita a la Argentina tuvo un
encuentro con los empresarios en otra
difícil coyuntura; con gran calidez nos
ayudó a mejorar nuestra autoestima valorando la actitud de emprender, dar trabajo y producir, y desafiándonos a multiplicar la herencia recibida. Obviamente
se refería a la enorme dotación de recursos que heredamos los argentinos y,
al decir de Bernardo Kliksberg, uno de
nuestros principales exponentes en capital social, esta “pobreza paradojal” de la
que tanto le cuesta salir a nuestro país.
Los invito a levantar la mirada, pensando más en nuestros hijos y nietos que
en nosotros y en nuestra responsabilidad
con los que menos tienen. •