Revista Foro Ecuménico Social Número 8. 2011 | Page 109
Responsabilidad Social y Ciudadana
Planeamiento y
gerenciamiento
estratégico son
lenguaje y modo
de gestión felizmente
ya ineludibles
en la inversión
social privada.
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estos tres objetivos tienen igual importancia. No es uno primero y el otro después, sino un “procurarlos juntos y de
manera equilibrada”. O sea, reducir una
meta o la otra para lograr el máximo de
beneficio para el conjunto de las tres.
Es así creciente la preocupación de
las empresas por el uso estratégico de
los recursos aplicados a las metas de su
proceso industrial, pero no ajenas a sus
objetivos empresarios.
El aumento de la eficacia y de la eficiencia en el uso de estos recursos aplicados al bien común puede resultar
en algún ámbito todavía “una
meta novedosa”, pero
sin embargo ya es una
constante de nuestra
época. Planeamiento
y gerenciamiento estratégico son lenguaje y modo de gestión felizmente ya ineludibles en la Inversión Social Privada.
Y el concepto de “recursos” se integra
no solo por los dinerarios –como todos
previsiblemente pensamos al inicio–,
sino de una manera muy relevante, por
los recursos en especie, humanos, técnicos, gerenciales etc.
A partir de estos “datos”, cuando hablamos de movilizar recursos privados
de forma estratégica y eficiente, estamos
diciendo que para tener impacto y hacerlo de manera de transformar la sociedad, la inversión debe estar: enfocada, planeada, ser creativa, con estrategias
predefinidas, ejecución cuidadosa, monitoreo de los resultados, etc.
Hay muchas maneras de hacerlo.
Fueron analizadas largamente en la Jornada del GDFE por los distintos expositores y los participantes: marketing
relacionado a causas, transparencia, responsabilidad personal y otros aspectos
que en su conjunto configuran un cambio cultural y un rescate de valores que
se ha impuesto en la sociedad y que de
ahora en adelante serán ineludibles en
nuestra vida. No nos toca a los actores
s ociales ser jueces del pasado de nadie,
pero sí motores de la nueva dinámica
que se ha impuesto y que queremos vigorizar aún más.
Yendo a la raíz de los problemas, a
los empresarios no sólo nos importa y
duele el nivel de indigencia y de pobreza que hoy exhibe nuestro país, y que
es el tema más dramático de la realidad,
sino que también nos preocupa identificar las causas que generaron esos niveles y erradicarlas. Consideramos que
es importante para las empresas generar riqueza, pero también es importante que haya mecanismos adecuados
para que exista una distribución equitativa de esa riqueza generada. Asociado a
ello, debemos contribuir a la construcción de capital social que posibilite llevar a cabo las acciones necesarias para
luchar contra la indigencia y la pobreza.
Debemos trabajar para que nunca más
se repitan situaciones como la que estamos viviendo: crecimiento de la economía a ritmo vertiginosa y del desarrollo humano a una tasa mucho menor.
Aquí nos está faltando la armonía que
al inicio de esta presentación veíamos
como constituyente del triple “bottom
line”. No se trata de crecimientos sucesivos: se trata de optimizar –desde las
empresas– el crecimiento integral de la
sociedad.
Como sostiene Benedicto XVI en
“Caritas in Veritate” (ap. 35): “Sin formas internas de solidaridad y confianza recíproca, el mercado no puede cumplir su propia función económica. Hoy
precisamente esa confianza ha fallado y
esta pérdida es algo realmente grave”.
Y más adelante: “en las relaciones comerciales, el principio de la gratuidad y
la lógica del don, como expresiones de