Revista Foro Ecuménico Social Número 7. 2010 | Page 84
Responsabilidad Empresaria
La actitud amoral
de los directivos
en empresas
no responsables es
enfrentar realidades
adversas poniéndose
“más allá del bien
y del mal”.
102•FORO
En las llamadas organizaciones responsables, se acuerdan y explicitan los
principios de orden ético que habrán de
tomarse como referentes para los procesos decisorios, las condiciones de trabajo, la calidad de los servicios, el respeto
a los derechos humanos, las relaciones
institucionales y los aportes a la comunidad. No con carácter opcional sino
como un acuerdo organizacional que
atraviesa los comportamientos en todas las áreas. Las razones éticas tienen que ver con las convicciones y
la convivencia en su contexto social, y no con la sola preocupación
por los resultados productivos. La
aplicación de valores se orienta
hacia una organización sustentable, basada en la colaboración y
cooperación, planteando una relación constructiva con el medio socio cultural. Los propósitos
también están integrados con la idea de
la satisfacción de necesidades de la comunidad. Es la organización no como
esfuerzo aislado sino como parte de una
red social.
En las organizaciones pragmáticas, no se niega la existencia de los valores éticos en el plano de las ideas o las
convicciones. Pero ellos no comprometen a la acción, dado que la prioridad
está puesta en la eficacia de las decisiones atendiendo a intereses y necesidades
en tiempos y lugares concretos. Pragmatismo, no como posición filosófica sobre la verdad, sino como premisa en la
decisión que privilegia lo factible y realizable. Siempre respecto de fines concretos, as ociados a intereses, a la creación o
consolidación del poder visible. En las
organizaciones productivas esta visión
focaliza en las ventajas de ubicarse más
allá de ideologías, creencias o valores
culturales “declarados” como deseables.
Ventajas en los resultados que aportan
recursos o aumentan la producción o los
servicios, porque desde allí se mejora la
calidad de vida. Los directivos no razonan con fines ideales sino que piensan
en metas realizables a través de la praxis
del valor agregado.
La inclinación pragmática (en particular en empresas) se asocia con el relativismo de las decisiones directivas en tanto utilizan criterios adaptativos antes que
premisas constantes. Hay una inversión
de sentido: la eficacia es vista como condición de aceptabilidad de los valores, no
como un emergente. En este enfoque las
premisas subyacentes en las relaciones
son “bueno hoy, malo mañana”, y también “bueno para mí, malo para ti”. No
es un comportamiento predecible, aplica
una ética reducida. La decisión busca resultados, hasta donde puede, se impone
y se adapta.
En el enfoque amoral, con rasgos individualistas, operan motivaciones personales pero también relaciones
de poder. La amoralidad como pauta establecida, reconoce varias fuentes. Una
importante deriva de las consecuencias
no controlables de los juegos de política y poder, la falta de un marco de contención ideológico o cultural. Las normas y reglas de juego reflejan ideologías,
pero también relaciones de fuerza. Se
distancian de la cultura colaborativa, de
la ayuda mutua y las redes de comunicación. La actitud amoral de los directivos en empresas no responsables es enfrentar realidades adversas poniéndose
“más allá del bien y del mal”, relegando
los principios.
El descreimiento ético
y la organización fracturada
En las versiones amorales y pragmáticas de la organización, la propuesta es
pasar la cuestión de los valores sociales
no necesariamente a un segundo orden