Revista Foro Ecuménico Social Número 7. 2010 | Page 4
Carta del director
Un sabio y
un hombre de acción
coinciden en que
la RSE debe estar en
“le coeur du sable”,
en el centro
de la organización.
daria y universitaria, de grandes y medianas empresas. Son ejemplos valiosos en la
medida en que la RS esté en el corazón de la compañía, como proponía Calvez, y en
lo cual coincidió Francisco Luzón, al recibir en nombre del Grupo Santander el Premio Latinoamericano a la Responsabilidad de Empresas (páginas 132, 159 y 160).
Calvez no solo era un extraordinario pensador sino también un profeta de su
tiempo. Si bien analizaba rigurosamente y con espíritu crítico los acontecimientos,
podía entrever las señales que marcaban. Como creyente también creo que tenía un
don sobrenatural que le posibilitaba anticiparse a su tiempo.
Lo conocí intelectualmente cuando estudiaba sociología en la Universidad del
Salvador, entonces en manos de los jesuitas, en la Argentina. Su best seller sobre
Marx me impresionó, y era una invitación al diálogo en medios donde la palabra santa venía del dogmatismo, tanto a favor como en contra, por parte de estudiantes y
estudiosos que ni siquiera habían leído al autor de “El capital”.
Mostró siempre su amplitud de criterio y su afán de diálogo en los coloquios
“Desafío Empresario” que organizamos en la década del ‘90 en la Casa de Encuentros del Obispado de San Isidro y en la Universidad de París, en Francia (del último,
en 2001, surgió el Foro Ecuménico Social). En esos encuentros mostró la capacidad
de dialogar con hombres de empresa, generalmente condenados por muchos religiosos.
En esos años la acción social de las grandes compañías era “algo así como una
excusa” recordaba Luzón frente a Calvez, y añadía: “había que hacer algunas cosas
porque sino no había forma de llegar al cielo, era como limpiar los pecados de una
empresa que gana dinero y nada más, y esto era muy marginal, colateral, o no estaba
efectivamente en el corazón de las empresas”.
Casi una década después, en Boadilla del Monte, un sabio y un hombre de acción,
coinciden en que la RSE debe estar en “le coeur du sable”, en el centro de la organización, en una ciudad financiera de 160 hectáreas en la cual milenarios olivares son
testigos de ese encuentro, en el que Jorge Luis Borges podría haberse inspirado para
un cuento. Luego el politólogo y teólogo entregó la escultura que Alejandro Kokocinski diseñó para el Premio Latinoamericano del Foro.
El hombre de negocios que la recibió dijo mirando la escultura: “Mire Padre, yo
no sé lo que significa esta figura, pero imagino que quiere decir algo así como que
efectivamente no se vuela en este mundo si no es con alas, y las alas las dan no solamente los números sino lo que efectivamente está detrás de ellos, que posiblemente
es el espíritu y es el alma”.
El jesuita asintió con su sonrisa de siempre. Minutos más tarde subió por una larga escalera, con su asombrosa vitalidad, del edificio principal de esa ciudad financiera, con la cúpula más grande de España que permitía ver un cielo diáfano. Pocas semanas después subió más allá y desde la eternidad nos acompaña con su sabiduría.•
Fernando Flores Maio
22• FORO