Revista Foro Ecuménico Social Número 6. 2009 | Page 9

Crisis y solidaridad llegue a una contracción semejante al Bang, el crunch? Estoy poniendo límites extremos, impensables para nosotros. Claro que no cuento esto para asustar, pero, más seriamente para que, en un futuro menos extremo, nos preguntemos de verdad: ¿hasta cuándo? y ¿qué medidas tomar? Hace pocos años el papa Juan Pablo II declaró: los recursos energéticos no renovables tienen que considerarse como que están «al servicio de toda la humanidad». Claro es que estamos todavía lejos de arreglos que den a esto efectividad para el petróleo. Se ha hecho algo de este tipo a través del nuevo derecho internacional del mar, con la Convención de Montego Bay hace unos treinta años para los denominados nódulos metálicos que están en el fondo de los océanos. Prudentemente lo hemos hecho para un recurso considerado todavía como casi imposible de explotar... Somos fácilmente hipócritas. Claro es que decir que el rec urso petróleo se deberá un día, si no inmediatamente, considerar como al servicio de toda la humanidad, supone una solidaridad muy sentida por todos, como precisamente lo enseñó el mismo Papa Juan Pablo II ya en 1988 (en la “Sollicitudo rei socialis”), introduciendo en el vocabulario católico esta palabra solidaridad que no había sido tan aceptada anteriormente. Por cierto estaba la palabra caridad. Solidaridad había sido la palabra un poco contraria de los laicos en el siglo XIX. Hoy la aprendemos todos en las varias crisis que nos afectan, digamos que nos encierran, y parece muy difícil que la situación se revierta. En este sentido la aparición de estas plagas, digamos más serenamente estas transformaciones, implica una transformación de nosotros en lo ético. Ya no podemos contentarnos con una ética estrecha, reducida a lo individual y a lo inmediato. Curioso, dirá alguien, que esto nos llegue justamente en un momento de tendencia, si no estamos atentos, al peor de los inmediatismos. ¿Seremos capaces de responder a la nueva necesidad? Esta es la cuestión, más allá de las respuestas particulares que esperan de nosotros, según su propia naturaleza, las distintas crisis. Ya no hablemos tanto de plagas, palabra que confiesa incapacidad y pasividad. Hablemos de sectores sencillamente de responsabilidad, pero de mucha responsabilidad y solidaridad en verdad.• La aparición de estas plagas, digamos más serenamente estas transformaciones, implica una transformación de nosotros en lo ético, que no podemos reducir a lo individual y a lo inmediato. FORO •27